

Los mayas construyeron uno de los imperios más poderosos del mundo. Desde sus inicios en el año 2000 a.C. hasta su caída en manos de España en 1524 d.C., esta milenaria civilización conquistó territorios de Belice, Guatemala, el sureste de México y algunas regiones de Honduras y El Salvador.
Detrás de su imponente poderío se esconden secretos, costumbres, tradiciones y prácticas espirituales y culturales que revelan el verdadero origen de su gran influencia.
Cientos de arqueólogos se dedican a desenterrar estos tesoros que explican la esencia de la sociedad maya, como el más reciente hallazgo de los científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).

El misterio del poder maya: ¿qué encontraron los arqueólogos?
Se trata de una serie de tres relieves de estuco encontrados en el antiguo centro maya de Dzibanché, situado en el estado de Quintana Roo, en la península de Yucatán, sureste de México. Estos diseños antiguos representan símbolos iconográficos significativos de esta cultura milenaria.
Fueron creados con una mezcla llamada sascab, que se elabora a base de cal. En su investigación, los expertos hallaron que conservan rastros de pintura azul, amarilla, roja y negra hasta hoy.
¿Cuál es la importancia de las escenas de la dinastía Kaanu'l en la cultura maya?
Su importancia radica en lo que estos diseños representan: escenas de la poderosa dinastía Kaanu'l, también conocida como Serpiente. Cada una de las tres ofrece una visión de las creencias mitológicas y celestiales que guiaban el reinado maya.
Durante este período, los gobernantes eran considerados representaciones celestiales de los dioses en la Tierra y, por ello, estas construcciones servían para reafirmar su importancia tanto física como divina.

La primera muestra dos figuras de pie custodiando un pedestal con símbolos que aluden a un importante líder Kaanu'l, mientras que la segunda escena representa deidades en un entorno cósmico, rodeadas de estrellas y serpientes entrelazadas, enfatizando la conexión intrínseca de los gobernantes con las figuras que veneraban.
Finalmente, la tercera refuerza este vínculo y profundiza en la unión esotérica mediante el uso de animales mitológicos y constelaciones.












