

Quienes dejan su país y sus familias para trabajar en el exterior prefieren mudarse a Europa, Australia o Canadá, y no a Estados Unidos, para proteger el poder adquisitivo del dinero que envían a sus hogares, según un experto en remesas.
Se trata de una consecuencia directa de la fuerte devaluación del dólar estadounidenses contra otras monedas internacionales, muchas de las cuales se vieron impulsadas por el alza de los precios de los commodities.
“Vemos trabajadores de Bangladesh, Nepal y en especial de Filipinas que escogen destinos donde cobrarán en divisas más fuertes, señaló a Financial Times Dilip Ratha, director de la unidad de remesas y migración del Banco Mundial. Ratha aseguró que la tendencia es particularmente notable entre los trabajadores calificados, como médicos, enfermeras y expertos en informática.
En su último análisis de las tendencias en transferencias de dinero, publicado a fines del año pasado, el banco informó que la desaceleración económica en Estados Unidos deprimió el crecimiento del flujo de remesas hacia México y otras economías latinoamericanas. Sin embargo, todavía se estima que los envíos de dinero hacia los países en desarrollo se incrementarán 8% a u$s 240.000 millones.
Ratha señaló que en los últimos cuatro años la participación de Estados Unidos en las remesas hacia economías de América Central y Andinas ha disminuido de 90% a 80%, dado que los ecuatorianos y bolivianos prefieren los destinos de Europa.
Recientes datos indican que Brasil es tan atractivo como Europa y Canadá, aún entre los trabajados sin estudios. Los brasileños que han emigrado se vieron especialmente afectados dado que el real casi duplicó su valor contra el dólar desde principios de 2003.
Mediante una encuesta a 200 emigrantes que hace poco volvieron a la ciudad brasileña del Governador Valadares, el sociólogo local Sueli Siqueira descubrió que 28% de ellos tenían planeado salir nuevamente del país, pero esta vez a Europa o Canadá.
Ratha sostiene que gran parte del reciente incremento de las remesas en muchos países se debe a los esfuerzos que hacen los emigrantes para proteger el poder adquisitivo de sus hogares, frente a la inflación y la apreciación del real.
Dejando de lado el impacto de la apreciación de las monedas locales y la inflación, Ratha descubrió que, entre 2004 y 2007, los envíos de dinero hacia Filipinas, India y México –los tres países, junto con China, que reciben más remesas familiares– aumentaron 3%, 13% y 19% respectivamente, comparado con los incrementos en términos de dólar nominal de 50%, 44% y 38%.










