

El libro “El Arte de la Guerra de Sun Tzu , escrito quinientos años antes de nuestra era, recomienda evaluar la oposición y garantizar el ataque allí donde no haya defensa. Además sostiene que si el número de tus adversarios es mayor, pero eres capaz de dividirlos de modo tal que no puedan ayudarse entre ellos, has encontrado la manera de ganar. Como complemento de la estrategia guerrera, Sun Tzu sostiene que el engaño es el medio para frustrar la oposición y que hay que atacar cuando el rival no esta preparado, cuando menos lo espera.
Mas allá de lo que pueda pensar el lector, el autor del libro no nació en Santa Cruz y no se conocen, por el momento, datos que certifiquen la existencia de algún antepasado chino de Néstor Kirchner, sin embargo, “El Arte De la Guerra y las acciones que el ex presidente argentino implementa semana a semana en su combate con la oposición tienen mucho en común, tanto como lo que Carlos Menem hacía como presidente y Nicolás Maquiavello dejaría como legado en El Príncipe.
Frente a estos dos libros y sus ejecutores domésticos, el General Néstor y el Príncipe Menem, la oposición padece semana a semana las lógicas consecuencias que el cocktail del que se hidrata le generan a su sistema digestivo. Es que el brebaje es bien amargo, el cantinero que lo prepara no es otro que el Gobierno que, salvo cicuta, se anima con todo tipo de ingredientes a la hora de elaborarle el trago. Y, sumado a esto, la oposición se permite otros sorbos que no tienen a los K como responsables, pero si beneficiados.
Es que entre egos voluminosos, discrepancias ideológicas, ingenuidades, deslealtades y temores variados, el denominado “arco opositor no logra disparar la flecha con certeza y, en muchos casos, lo hace contra su propia manzana.
Partamos de la base que la “oposición no es un elemento único, de fácil articulación y rápida aglutinación. En el país de la fragmentación, el Gobierno sigue siendo el fragmento mayor, el cual, si bien se escindió del resto del total, no deja de ser una porción sin grietas y con silueta clara y reconocible a la hora de encastrar el puzzle, a diferencia de lo que llamamos “oposición , que no es más que un grupo de pedacitos que no consiguen amalgamarse para ser la pieza principal del rompecabezas.
El Gobierno, con habilidad, toma nota de la situación y comunica cada vez con mayor énfasis que la oposición es un “desastre y se ilusiona que con esto, sumado a la indesmentible reactivación económica, lo coloque nuevamente a cargo de la Nación desde el 10 de diciembre del 2011. Pero, ¿es realmente un desastre la oposición o, dentro de ella, conviven amorales con decentes, capaces con inútiles y preparados con improvisados? La respuesta parece cantada y, en todo caso, será el elector el que tenga que separar unos de otros y expedirse en consecuencia. Mientras tanto, a los políticos no kirchneristas, a diferencia de los dichos borgianos, no los unirá ni el amor ni el espanto, con el perdón del Maestro y con el permiso de la mujer más influyente del mundo (según el New York Times) Lady Gagá, sino que tendrán un mal romance. En esa canción, la cantante de las pelucas pide en el estribillo el amor y la revancha de su amado. Por ahora, en la oposición, el amor no aparece y la revancha se hace esperar. De todos modos, dicen que todo llega. El destino suele ser circular, los kirchneristas fueron menemistas, Menem se hizo kirchnerista, ¿redondito no?










