Suele exagerarse al hablar de las lecciones que los empresarios pueden aprender del deporte. La costumbre de los gerentes de tomar prestado el vocabulario de los deportes populares no debe oscurecer la diferencia entre ambas áreas.

En una de ellas el objetivo es la gloria y el espectáculo en un universo artificial en el cual, por mal que a uno le vaya en esta temporada, siempre empezará la próxima compitiendo cabeza a cabeza con sus rivales. En la otra, la preocupación es satisfacer la demanda del consumidor de manera más efectiva que la competencia, en un mercado despiadado en el que la temporada nunca termina.

Sin embargo, de tanto en tanto surge un dirigente deportivo que obtiene resultados tan notables que vale la pena evaluar si las ideas y los métodos que respaldan su desempeño pueden transferirse. José Mourinho, el director técnico del equipo de fútbol Chelsea, entra en esta última categoría.

En un tiempo asombrosamente corto, Mourinho llegó a la cumbre de su profesión gracias a los trofeos que logró. Porto, el modesto club portugués al que dirigió antes del Chelsea, ganó casi todas las competencias en las que participó durante las temporadas en las que él estuvo a cargo. Ahora, el Chelsea está en vías de ganar su primer campeonato en 50 años.

La pregunta es si los secretos del éxito de Mourinho pueden tener aplicación más allá del campo deportivo. Tomando como base Made in Portugal, una especie de autobiografía que publicó recientemente, puede decirse que hay algunos consejos a seguir:

Interesarse en los detalles. Al finalizar cada práctica de su equipo Mourinho pone por escrito todo lo que ocurrió.

Motivar al equipo con imaginación. En su autobiografía el técnico explica como crea las tácticas a través de un proceso de “descubrimiento guiado , en el que deja entrever claves para que los jugadores descubran las soluciones por sí mismos.

No vivir en el pasado. Según su esposa, después de cada partido siempre van a cenar y, cuando llega el postre, su marido empieza a dibujar la estrategia para el próximo encuentro.

Pero lo más importante que el DT le enseña a sus jugadores es la necesidad de fortalecerse con la hostilidad de los adversarios.