

“¿Podríamos decir entonces que estamos ante la presencia de una mujer golpeada y un marido golpeador? , pregunta el abogado defensor a la perito psiquiátrica. “¡Objeción! La pregunta tiene juicios de valor , protesta el fiscal. El juez duda un instante. “Reformule la pregunta, doctor, por favor , dice finalmente, y Víctor Corbalán, el profesor rosarino de derecho que hace el personaje de defensor, debe modificar su interrogatorio. Durante cuatro horas, un grupo de jueces y fiscales escenificaron en la Facultad de Derecho de la UBA, el miércoles por la mañana, el modelo de juicios por jurados que el Gobierno y diversos grupos de abogados quieren imponer en la Argentina para los homicidios dolosos y ciertos casos de corrupción. En una tribuna, sentados en dos filas de seis, doce personas con domicilio en Capital Federal escuchan los argumentos y notan el aire cinematográfico de la escena: “Señor juez, pido permiso para introducir la evidencia número uno , solicita el fiscal (en la ficción y en la vida real), el neuquino Ricardo Mendaña, mientras camina por la sala con una pistola envuelta en una bolsa de plástico transparente. Esas personas –que en el futuro serán elegidas por sorteo y no podrán negarse al llamado patriótico; el Estado pagará sus sueldos mientras estén ocupados juzgando a otra gente– están a punto de decidir si Josefa González es culpable o no culpable del asesinato de su marido imaginario, Miguel Romero.
La simulación es la primera que se hace en Buenos Aires, pero resulta extrañamente familiar: cada vez que se llama a un testigo, o cuando el juez amonesta a alguno de los abogados, es imposible eludir la memoria de decenas de películas de Hollywood, como Testigo de Cargo, Filadelfia o Cuestión de honor. En nada se parece Mendaña al Kevin Costner de JFK, pero cuando dice “No más preguntas, señor juez , la sala se llena de un tintineo hollywoodense.
La fiscalía consigue probar que el disparo que mató a Romero salió del revólver que la señora escondía en su casa. La defensa intenta demostrar que el disparo se produjo por accidente y que el muerto golpeó durante años a la acusada: “Yo no lo quería matar, se me escapó , dice la jueza bonaerense Adriana Nanni entre sollozos, cuando fue llamada a declarar. Después de los alegatos de los fiscales –que abusaron de la jerga: ahora los jurados serán ciudadanos comunes, que pedirán otro lenguaje– los doce porteños convocados se retiran a deliberar. Después de dos horas (se necesitan 9 de los 12 votos para la incriminación y 7 para la absolución), vuelven: han decidido declarar no culpable a Josefa González. No tienen que explicar por qué: el Estado ya no puede hacer nada contra ella.
Festejó la absuelta jueza Nanni, y, con ella, el grupo de magistrados juradistas que apoyan la implementación del sistema. “Permitirá a la gente participar de un proceso que hasta ahora les es complemente ajeno , explica Andrés Harvuch, defensor en San Martín y que en la simulación hizo de secretario. En la platea, observaban el senador Jorge Yoma (autor de un proyecto de ley similar al del Gobierno) y Elena Highton, flamante miembro de la Corte Suprema. Del éxito que tenga el Gobierno en el Senado –el ministro Beliz es optimista– dependerá que el nuevo cine argentino ponga a Daniel Fanego de fiscal y a Ricardo Darín como el defensor que se enamora de su clienta no culpable.










