En medio de los comentarios sobre la recuperación económica de Estados Unidos, la fuerte demanda de las lujosas cremas Lancôme, el lanzamiento de la tintura para cabello Inoa, el crecimiento del margen operativo y el decepcionante desempeño de Body Shop, hay un tema que los analistas no preguntaron la semana pasada durante la presentación en la que L’Oréal reveló sus resultados del segundo trimestre.

¿Cuál fue el impacto del escándalo que rodea a Liliane Bettencourt, la mayor accionista del grupo, sobre el futuro de la compañía o sobre su gestión en el día a día?

Durante el mes pasado, Francia estuvo pendiente del Bettencourt affair, después de que la pelea familiar entre la heredera de L’Oréal de 87 años y su única hija Françoise Bettencourt Meyers se convirtió en un escándalo político que incluye acusaciones de donaciones políticas ilegales, conflictos de interés y evasión fiscal. Este escándalo podría provocar la caída de uno de los ministros clave del presidente Nicholas Sarkozy.

La anciana Bettencourt, cuyo padre Eugène Schueller fundó el grupo de productos de belleza hace un siglo, y ahora es dueña del 31% de sus acciones, advirtió dos días después del anuncio de ventas del segundo trimestre que L’Oréal podía “desestabilizarse y caer en manos extranjeras como resultado de la pelea familiar.

Nestlé, el grupo alimenticio suizo, es el segundo accionista más grande con una participación de 30%. El presidente francés, hablando por televisión nacional, señaló que esperaba que L’Oréal siga siendo una compañía francesa y citó sus ventas por 17.500 millones de euros (u$s 22.700 millones) y sus 64.000 empleados.

Pero la falta de preguntas por parte de los analistas refleja la relativa despreocupación de los inversores, en contraposición al frenético debate político. Éste no muestra señales de bajar los decibeles; es más, hace unos días se supo que Bettencourt será indagada por la policía en relación a una supuesta evasión fiscal.

Tanto la heredera como su hija ocupan cargos en el directorio de L’Oréal, al igual que Jean-Pierre Meyers, el esposo de Bettencourt Meyers.

Si hay algo que provocó el escándalo Bettencourt es el alza del precio de las acciones de L’Oréal, que superó al índice CAC 40, compuesto por las compañías líderes de Francia, en 16% en lo que va el año.

Las acciones están cotizando a una significativa prima, comparado con sus pares, de 18 veces las ganancias pronosticadas para 2011.

“L’Oréal sigue siendo cara. . . pero creemos que con la cobertura mediática del escándalo en los tribunales quizás los inversores focalizaron su atención en la posibilidad de un cambio de propiedad , señalan analistas de RBS.

El mercado razona que si Bettencourt pierde el control de su participación, Nestlé podría ofertar para quedarse con toda la compañía y retirarla de la Bolsa, porque a Bettencourt Meyer se la ve menos comprometida con el grupo, en comparación con su madre.

Bettencourt contó que cree que a su hija le gustaría tomar el control de su participación para venderla, algo que niega Bettencourt Meyers.

Son pocos los analistas que ven probable una oferta de Nestlé para quedarse con L’Oréal dado que se trata de dos negocios muy distintos.