

La boda del príncipe William con Kate Middleton, la primera plebeya en más de tres siglos que se convertirá en esposa del segundo en la línea a la corona británica, se llevará a cabo exactamente treinta años después del casamiento de sus padres, Lady Di y el Príncipe Carlos.
Los altos funcionarios del Reino Unido aseguran que el anuncio de la familia real brinda uno extraño motivo de alegría en un momento en que muchos británicos se preparan para recibir el impacto del mayor programa gubernamental de recortes de gastos de la historia.
Referentes de sectores desde turismo y fabricantes de vajilla hasta moda y supermercados dieron la bienvenida a la noticia, asegurando que brindará el tan necesario empujón a las finanzas de Gran Bretaña. Sin embargo, los economistas sostienen que es discutible si las bodas reales anteriores generaron beneficios al erario público.
La boda del príncipe tiene otros paralelos históricos con el casamientos de sus padres en 1981, que tuvo lugar cuando el Reino Unido estaba atravesando una de las peores recesiones y al mismo tiempo algunas de sus ciudades del interior del país estaban paralizadas a raíz de una seguidilla de disturbios sociales.
Los corredores de apuestas británicos inmediatamente instalaron a la Abadía de Westminster como el lugar favorito para la celebración, mientras que fines de julio o principios de agosto son las fechas más populares entre la gente que ya está haciendo sus apuestas relacionadas con la boda real.
Fuentes reales señalaron que el príncipe y su novia son “muy concientes de la actual situación económica y no quieren que mostrarse extravagantes en plena crisis económica.










