

Ante la reciente presentación de un nuevo proyecto de ley de presupuesto nacional, en esta columna se repasa la evolución de las principales variables fiscales consolidadas durante los últimos años, con el fin de aportar diagnóstico para el análisis.
En primer lugar, en 2004 la presión tributaria efectiva ejercida por el Gobierno, medida como recaudación de impuestos nacionales en términos del PIB, tuvo el nivel más alto desde 1993: 22%. Aún si se excluyen las retenciones a las exportaciones y el impuesto a los débitos y créditos bancarios, la carga fiscal nacional sobre la economía ascendió al 18% del PIB, nivel algo superior al promedio registrado durante los ’90. Esto implica que, aún cuando el nivel de actividad se ha normalizado (por la fuerte recuperación, durante 2005 se alcanzará el PIB de 1998), y con ello la recaudación de los impuestos tradicionales, todavía existe una considerable carga por el lado de los dos impuestos que fueron creados para aliviar los efectos fiscales de la profunda recesión que acompañó al final y abandono de la convertibilidad.
Por otro lado, si se suma la presión ejercida por los tributos provinciales, la carga impositiva se ubica, para 2004, en el 26% del PIB. A diferencia de lo sucedido con la presión nacional, que aumentó de manera importante durante los últimos años, la presión efectiva provincial se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo. En consecuencia, la presión conjunta Nación–provincias para 2004 habría alcanzado también el nivel más alto desde 1993.
El destino principal de los ingresos es el gasto público. A nivel nacional, el gasto primario (esto es, el gasto público neto de pagos de intereses de deuda) en términos del PIB se halla ahora también en el nivel más alto desde 1993: 20%. Pero, si se descompone en gasto de la administración central y en transferencias a las provincias, se advierte que el primero se encuentra en los mismos niveles que los observados a lo largo de la década del noventa, mientras que, por el contrario, las transferencias a provincias experimentaron un ligero aumento.
En consecuencia, resulta interesante analizar la variable gasto público a nivel consolidado, esto es, considerando el gasto conjunto de nación y provincias. Surge que el gasto consolidado de 2004 se ubicó en 24% del PIB, nivel similar al promedio de los 10 años anteriores. Vale recordar que la situación fiscal de los gobiernos subnacionales es importante en el análisis del gasto, porque representan casi la mitad del consolidado Nación–provincias.
Otro destino de importancia reciente de los ingresos ha sido el superávit primario. Se advierte que en 2003 y 2004 el resultado de las cuentas públicas de nación y provincias muestra una sustancial mejoría. Para el caso nacional, si bien durante gran parte de los ’90 el saldo había resultado positivo, en 2003 y 2004 aumenta notablemente, mientras que para las provincias, el resultado primario pasa de ser deficitario a constituir un importante superávit.
En ambos niveles de gobierno los superávits fueron obtenidos a través de una vía indirecta, esto es, autorizando gastos por debajo del ritmo en que aumentaron los ingresos desde 2002, aprovechando el efecto positivo que la inflación, y luego la recuperación económica, le imprimieron a la recaudación impositiva. En el caso de las jurisdicciones provinciales, el efecto licuación del gasto salarial fue más notorio, por cuanto se trata de proveedores de servicios intensivos en mano de obra.
Dado que los ingresos totales se distribuyen entre gasto y ahorro, habiéndose destacado previamente que el peso de los recursos del Estado se encuentra en los niveles más altos de los últimos años, surge la necesidad de complementar este punto con el estudio de cuál ha sido el destino de esos nuevos ingresos. Centrando el análisis en 2003 y 2004 se puede advertir que para el caso de la Nación el aumento en los ingresos del Estado fue destinado, principalmente, a incrementar el nivel de gasto: 71% en 2003 y 69% en 2004, frente al 29% y 31%, respectivamente, que fueron a constituir el superávit fiscal. Por su parte, para el caso provincial, mientras que en 2003 el incremento en los ingresos destinado al gasto público fue menor (un 65% se destinó al gasto y un 35% al ahorro), en 2004, el aumento del gasto público se llevó el 83% de los nuevos recursos con que contaban las provincias, dejando sólo un 17% para el ahorro.
Si se tiene en cuenta el aporte que realizó cada nivel de gobierno a la generación del superávit consolidado durante los últimos dos años, se observa que en 2003 la nación participó con un 72% del superávit consolidado (que llegó al 3,2% del PIB), siendo algo mayor, del 75%, en el 2004 (5,2% del PIB).
De cara al futuro y teniendo en cuenta los vencimientos de deuda que se avecinan para ambos niveles de gobierno, va a resultar fundamental el manejo del gasto público que cada uno realice. Superando los altos vencimientos de corto plazo, hay margen para pensar en una disminución de la presión tributaria legal y otras asignaciones de recursos en línea con consolidar un proceso de crecimiento de la economía. Con disciplina fiscal, esto sin alguna duda es posible.










