

El escándalo institucional que rodeó la creación del Fondo del Bicentenario llevó a una discusión sobre cómo deberían determinarse las “Reservas de Libre Disponibilidad (RLD) y, lamentablemente, generó una “cola de políticos, economistas y empresarios proponiendo cómo gastar esos supuestos “excedentes . También se conoció la noticia de que el Dr. Jorge Leiva hizo una presentación ante la Justicia por entender que dicho concepto es erróneo y determina la posibilidad de vaciamiento económico del Banco Central; lo que podría significar un grave deterioro del valor de nuestra moneda. Estoy plenamente de acuerdo con este planteo; aunque cabe recordar que esta definición fue aprobada por el Congreso y, lamentablemente, es legal, aunque no tenga sustento. Por lo tanto, sería bueno que nuestros legisladores abran el debate sobre esta cuestión; ya que la mayoría parece muy propensa a considerar que dichas divisas están allí esperando para que ellos decidan cómo usarlas.
Según la definición actual, las RLD son las que sobran una vez detraído del total el monto necesario para avalar la base monetaria al tipo de cambio vigente. Como no se toman en cuenta los demás pasivos financieros que el BCRA asumió para sumar esas reservas, da la impresión que aparecieron mágicamente en el arbolito de Navidad y se pueden gastar, sin costo, unos u$s 17.090 millones (al 26 de febrero) del stock de divisas de la autoridad monetaria.
Por supuesto, esto no es así. De esas RLD:
a) u$s 6.976 millones es lo que han depositado los bancos por sus encajes de las cuentas en dólares; lo que implica que, si el Gobierno los usa para financiarse, ¿quién responderá por esa porción ante los depositantes?
b) u$s 16.556 millones fueron adquiridos por el BCRA tomando deuda a través de pases pasivos, LEBACs y NOBACs. Entonces, si se usan implica que estamos haciendo que la autoridad monetaria asuma pasivos para financiar al Gobierno.
c) u$s 3.000 millones se estima que se le debe al Banco de Basilea. Para el uso de esta parte, corre el mismo análisis anterior.
d) u$s 556 millones son los adquiridos con los depósitos realizados por el Gobierno en el BCRA; lo cual implicaría la paradoja de que servirían para financiar al Estado y, al mismo tiempo, están disponibles en su cuenta para cuando quiera usarlos.
Si sumamos todos estos ítems, vamos a encontrar que superan en más del 50% las supuestas reservas de libre disponibilidad. La conclusión obvia es que al BCRA no le sobra nada y, por lo tanto, tiene lógica hablar de que el uso de las RLD implicaría un vaciamiento. A menos que se considere que las letras ilíquidas a 10 años que colocaría el Gobierno contra ellas es un activo que tiene algún valor, el que debería deducirse del monto “vaciado .
Algunos colegas proponen que lo importante es ver cuál es el aval de la base monetaria que queda al deducir del total de reservas los puntos a, b,c y d. Creo que es más correcto tomar los pasivos financieros en pesos; ya que son los que el BCRA puede licuar, en términos de divisas, mediante una devaluación. Por eso, al total de reservas que excede a los pasivos en dólares (u$s 37.782 millones) habría que dividirlo por el total de pasivos financieros en pesos ($ 181.441 millones), al tipo de cambio vigente (u$s 47.779 millones); lo cual nos daría un 79% de aval.
Como no estamos en un sistema de Convertibilidad, no tiene que haber un porcentaje fijo de cobertura de los pasivos financieros en pesos; ya que depende de la confianza de la gente en la moneda local. Sin embargo, desde principios de 2007, en pleno auge mundial, el porcentaje de aval ha sido mucho mayor a 65%, nivel en que quedaría ahora el aval al detraer las divisas que se transfirieron al gobierno. Por lo tanto, para recuperar reservas, es esperable que el BCRA aumente la oferta de moneda nacional y que lo haga por encima de su demanda; lo cual llevaría a la esperada pérdida de valor del peso de la que habla el Dr. Leiva en su presentación judicial. Este último sería en el mejor de los casos; ya que las reservas son el instrumento con el que cuenta el BCRA para estabilizar el mercado cambiario y el sistema financiero ante una crisis. Por lo tanto, si el gobierno usase las reservas, ante una corrida, el tipo de cambio al que la autoridad monetaria podría frenar la depreciación del peso sería hasta un 20% mayor al que podría imponer si sus recursos permanecieran intactos.
Lamentablemente, no sólo el PEN y la mayoría de los legisladores parecen haber asumido que realmente hay divisas que están a su libre disposición para ser gastadas. Ahora se han sumado los gobernadores provinciales y algunos sectores empresariales que han visto la oportunidad de “meter la cuchara en esta tentadora “lata de dulce de leche . Total, el costo lo pagará el conjunto de la sociedad, particularmente los más pobres, en términos de más impuesto inflacionario y nadie lo relacionará con los beneficios que ellos obtuvieron. Y ahora que hay “cola para gastarlas, ¿quién podrá defender las reservas de todos los argentinos?











