

El reciente ajuste generalizado de los mercados emergentes responde a una reacción de los inversores más especuladores, frente a un cambio en las expectativas sobre el curso de la política monetaria estadounidense.
El impacto del huracán Katrina fue de tal magnitud que muchos analistas comenzaron a asignarle una mayor probabilidad a un escenario en que la Reserva Federal (Fed) no continuaría con los ajustes de tasas. Esta especulación disparó un rally de activos emergentes que se extendió durante septiembre, y llevó al spread de la deuda a mínimos históricos.
Sin embargo, la situación cambió en los últimos días. La Fed decidió subir la tasa al 3,75%, y reiteró su intención de continuar ajustando su política en forma mesurada, ya que el ritmo de crecimiento de la economía era bueno antes del huracán y sus consecuencias serían menores a lo previsto. Igual, lo que despertó mayor nerviosismo fue la alerta de la Fed por los precios.
Así es como el temor se fundamenta en la inflación de septiembre. Si bien el componente core es de sólo 0,2%, el salto en el nivel general aumenta la incertidumbre respecto al rumbo de la política monetaria del país.
A futuro se espera que en las dos reuniones restantes del año, la Fed realice ajustes de 25 puntos, ubicando la tasa en 4,25%. Y, si bien no se vislumbra un ajuste brusco en la tasa de largo plazo, su evolución dependerá de la incertidumbre sobre las presiones inflacionarias.
En este contexto, los precios de los activos más riesgosos están volviendo a la situación previa a septiembre cuando los spread de riesgo soberano se ubicaban alrededor de 300 puntos. Pero si bien en el plano financiero se presenta con cierta incertidumbre, los fundamentals de los países emergentes, en términos generales, son saludables: superávit gemelos y buenas perspectivas de crecimiento. Por ende, dentro de este grupo y más allá de ciertos ajustes al compás de resto de los mercados, los activos financieros argentinos presentan una atractiva relación entre rendimiento esperado y riesgo.










