Recientemente el Indec publicó un informe que aporta datos adicionales sobre la cuestión inflacionaria. El mismo divide la población en 5 partes iguales, desde los menores (quintil 1) a los mayores ingresos (quintil 5). Luego analiza la canasta de consumo de cada bloque y estima la inflación asociada a cada uno de ellos. Del análisis de este informe se observa muy claramente que los subsidios públicos y los controles de precios tienen un sesgo regresivo, trasladando ingresos desde el 20% más pobre de la población hacia las clases medias y altas.

¿Cómo se produce dicha reasignación?

Si bien cada rubro de consumo posee una ponderación diferente según el quintil, existe un set de bienes homogéneo los cuales son consumidos por la totalidad de la población. A estos los hemos llamado ‘bienes compartidos’, cuyos casos más claros son:

n Alimentos consumidos en el hogar. Esencialmente carne, pan, huevos y lácteos.

n Indumentaria. Los precios del rubro se mueven siempre en bloque, ya que las segundas marcas son seguidoras de las primeras.

n Esparcimiento, cuidado personal, mantenimiento del hogar y otros servicios. De composición heterogénea, sus variaciones de precios afectan de manera similar a todos los quintiles.

A su vez, los subsidios y controles instrumentados por el sector público, no permiten ajustes de precios en los siguientes rubros:

n Electricidad y gas residencial. Capital Federal, concentrando más del 40% de la demanda, ostenta las tarifas 50% más baratas que el promedio nacional.

n Combustibles para automóviles.

n Transporte aéreo de cabotaje.

n Medicina prepaga.

n Educación privada.

Estos últimos son bienes asociados a la canasta de consumo de las clases medias y altas. En un contexto de tasas de interés reales negativas, lo que estos individuos ahorran vía ‘precios regulados’ vuelve a la economía en forma de mayor demanda global, que incluye los bienes compartidos con el primer quintil. Durante el 2006 la inflación en los rubros compartidos fue similar para el consumidor medio y el primer quintil. Lo preocupante es que estos guarismos explicaron el 45% de la inflación del primer grupo, pero un 60% la del segundo.

En el primer semestre de 2007 los datos empeoraron. Ya no solo la inflación de los bienes compartidos explicó la mayor parte del aumento del costo de vida del 20% más pobre, sino que además la inflación total que enfrentaron fue superior al del promedio de la población. Resumiendo, la clase media no solo se beneficia directamente de los subsidios y controles establecidos por el sector público, lo cual implica una redistribución regresiva de ingresos, sino que también le cobra indirecta e involuntariamente un ‘impuesto inflacionario’ al estrato económico más bajo. La situación es aún peor si tenemos en cuenta que es dentro de éste último es donde se encuentran los mayores índices de empleo en negro y desocupación.

La existencia del estado se justifica principalmente en la búsqueda de la equidad socio-económica. Argentina ya no enfrenta una situación de emergencia y debería volver a desarrollar una política fiscal fuertemente progresiva. Esto último requiere necesariamente aumentos graduales en algunas tarifas de servicios públicos de modo de canalizar los fondos, hoy destinados a los subsidios, hacia las clases sociales más relegadas