La pregunta que desde hace tiempo se hacen en el mundo científico es si puede haber un equivalente a un programa de gimnasia o una dieta para hacer más saludable nuestra mente.

Ahora se estaría llegando a una respuesta, en base a la combinación de las investigaciones de la neurociencia con las técnicas de meditación budista. Los que practican estas técnicas, sostienen que éstas ayudan a calmar y observar los procesos mentales, y también a modificarlos.

Estas afirmaciones están obteniendo cada vez más apoyo gracias a estudios científicos que se han emprendido para analizar las experiencias de los que meditan.

Las investigaciones se aceleraron tras la inusual colaboración que se estableció entre psicólogos académicos de Estados Unidos y Tenzin Gyatso, más conocido como el XIV Dalai Lama, líder espiritual del Tibet. El Dalai Lama respalda con interés los intentos por descubrir conexiones entre la ciencia occidental y las prácticas budistas. Tibetanos que han dedicado su vida a la meditación ayudaron a los científicos a hacer descubrimientos sobre los misterios del entrenamiento mental budista.

Los primeros resultados parecen confirmar que la meditación permite que incluso las respuestas mentales básicas puedan ser observadas y modificadas, como sostienen los budistas. Varios profesores de la Universidad de California en San Francisco han colaborado con un lama tibetano para estudiar el llamado reflejo de sobresalto, que se asocia emociones negativas como la ira o la infelicidad. Este reflejo es imposible de evitar, sin embargo, en pruebas realizadas con el lama meditando, el sujeto no mostró prácticamente reacción alguna.

Electroencefalogramas realizados apuntan a una posible explicación. Durante la meditación, el cerebro del lama mostró un notable incremento en la actividad de la corteza prefrontal izquierda, una zona que está asociada con sensaciones de bienestar y felicidad, que son precisamente las que combaten el reflejo de sobresalto.

La buena noticia es que no haría falta dedicar la vida al budismo: si estos estudios pioneros tienen razón, sólo 30 minutos de meditación diarios puede bastar para disfrutar de sus efectos benéficos.