CAE LA RENTABILIDAD DEL BONO A DIEZ AÑOS

El mercado de títulos públicos se llena de contradicciones

La suba de tasas de la Fed extrañamente ha impulsado las compras de deuda pública de EE.UU., haciendo que la rentabilidad del bono a diez años caiga por debajo del 4%

La rentabilidad del bono estadounidense a diez años cayó de nuevo el lunes por debajo del 4% y el martes estuvo parte de la jornada por debajo de esta cifra, aunque ayer se recuperó un poco. En estos mismos niveles se movía a principios de abril, cuando las tasas interés de la Reserva Federal se encontraban en el 1%. Desde entonces, la autoridad monetaria estadounidense ha subido en tres ocasiones el precio del dinero, hasta el 1,75%, y ha dejado ver que seguirá haciéndolo en los próximos meses, aunque a un ritmo moderado.

¿Extraño? Sí, pero hay otro dato que todavía hace la situación más ilógica. El pasado 14 de junio, dos semanas antes de la primera suba de tasas, la rentabilidad marcó máximos de los últimos dos años en 4,875% y desde entonces no ha dejado de caer.

Siguiendo un patrón básico, cuando una economía está inmersa en pleno proceso de suba de las tasas de interés y atraviesa un periodo en el que el déficit público no deja de crecer, lo más normal sería que la rentabilidad del bono repuntara.

En esta situación, y en pura teoría, los inversores deberían desprenderse de los títulos de deuda actuales para esperar a comprar los futuros, que se emitirían a un interés superior a causa de las tasas más altas y de la necesidad de financiar el elevado déficit de EE.UU.



Curva cada vez más plana

Sin embargo, la reacción está siendo la inversa y las compras han regresado con fuerza a la deuda pública estadounidense, lo que ha llevado la rentabilidad, que se mueve en sentido contrario al precio a mínimos, de más de seis meses.


Esta contradicción deja a la luz otras. Por ejemplo, el bono a diez años está cerca del 4%, pero el de dos años se mueve sobre el 2,5% y el de 30 años, en el 4,8%. Es decir, que el mercado de deuda pública estadounidense está descontando que entre los tipos de interés actuales y los de plazos más largos apenas habrá diferencias, algo que se contradice con las perspectivas de recuperación económica.

Lo que parece estar descontando el mercado es que las perspectivas económicas en la actualidad no son tan claras como lo eran el pasado mes de junio, antes del primer movimiento al alza de tasas. Entonces, la reactivación del crecimiento parecía haber llegado por fin al empleo, que hasta entonces era el único borrón, y desde marzo se habían creado casi un millón de puestos de trabajo. Sin embargo, esta mejoría se ha ralentizado en los últimos tres meses en los que apenas se han creado 725.000 empleos.

En parte, esta circunstancia se explica por otro de los motivos que se encuentra detrás de la caída de los últimos días: la fuerte suba del precio del petróleo, hasta máximos históricos por encima de 50 dólares en el caso del crudo tipo WTI, referencia del mercado estadounidense.

La Fed ha reconocido en sus últimos comunicados que el encarecimiento de los costos energéticos ha frenado el crecimiento, aunque ha mostrado su confianza en que esta suba sea transitoria y la economía pueda salir pronto de este bache.

Según James Kauffmann, gestor de la cartera de renta fija en EE.UU. de la gestora holandesa ING Asset Management, “si miramos más adelante, la inflación se convertirá en una dificultad importante. Aunque el IPC no esté mostrando fuertes subas, todo lo que afecta a los ciudadanos en su vida privada está más caro , comenta. En su opinión, “los inversores están mal acostumbrados con la Reserva Federal. En los últimos años, cada vez que ha habido amenaza de un problema, la Fed ha venido al rescate. Los inversores ahora piensan que, como otras veces no ha pasado nada, la Fed volverá a venir al rescate , señala.

Datos como la inesperada caída de la confianza del consumidor por segundo mes consecutivo publicada el martes preocupan a algunos inversores, que consideran que el petróleo se podría mantener en niveles muy altos durante un periodo prolongado de tiempo, ante el sólido crecimiento de la demanda y los numerosos conflictos geopolíticos.



Irracionalidad y burbuja

Esta incertidumbre ha provocado otro efecto irracional en el mercado de bonos por una vía indirecta. Muchos inversores han decidido vender sus títulos de renta variable y pasarse a la renta fija, ante la posibilidad de que las bolsas caigan drásticamente en una situación de menor crecimiento. Sin embargo, con los bonos en los precios actuales, la deuda tiene tanto riesgo bajista como la bolsa. Según Kauffmann, “hay tanto riesgo en la renta fija que algo tiene que pasar. Los que tienen riesgo van a sufrir, ya que las tasas de interés están demasiado bajas, en comparación con la inflación. Estamos como en una pequeña burbuja, aunque hemos estado peor (el bono a 10 años llegó a estar al 3,11% en junio del año pasado). En cualquier momento podríamos vivir una situación difícil , dice.

En renta fija, al hablar de burbuja salta a la mente de los inversores la que se pinchó en 1994. Entonces, la Reserva Federal agitó la marcha de la renta variable y de la renta fija con un repunte inesperado de las tasas, que tuvo lugar en febrero de 1994. Como consecuencia del sorprendente incremento, la rentabilidad del bono aumentó del 5,7% al 7,5% en apenas tres meses.



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