

¿El diseñador o la marca? Esta es, para una compañía de artículos de lujo, la cuestión. Cuando Tom Ford anunció que abandonaría Gucci en abril y el precio de la acción del principal accionista, la francesa Pinault Printemps Redoute, cayó, dio la impresión de que la figura del diseñador era más importante que el producto en sí.
Pero, después, las acciones de Gucci se mantuvieron estables y los bolsos siguieron vendiéndose al ritmo habitual. Todavía no está clara cuál será la reacción final de la salida de Ford. A medida que el sector sigue jugando a las sillas con los diseñadores, están libres los puestos de Céline y de LVMH, al igual que los de Gucci e Yves Saint Laurent, ambas propiedad de Pinault Printemps Redoute, se van tomando decisiones que, finalmente, darán la respuesta, además de equilibrar el poder entre los creadores y los empresarios.
Aunque los diseñadores antes ocupaban un primer plano, últimamente se han empezado a considerar un empleado más. El director artístico es el que antes desempeñaba el papel de diseñador de la moda, la mente creativa que moldeaba los productos pero dejaba el márketing y la gestión a sus colegas. En el modelo tradicional de empresa de moda o artículos de lujo, la parte creativa y la de gestión estaban separadas, aunque se las consideraba igual de importantes (véase la relación ejemplar que mantenían Yves Saint Laurent y Pierre Bergé). A pesar de que el nombre del diseñador apareciese sobre la puerta del establecimiento, casi siempre, había un puesto de director de comunicación e imagen, y normalmente lo ocupaba alguien de especializado en gestión.
Pero entonces llegó Tom Ford. Ese hombre de Texas, cuyo nombre se convirtió en sinónimo de Gucci, marcó un punto de inflexión: el director de diseño dirigiría la comunicación y la imagen, haciendo únicos a los productos a través de la publicidad, el diseño de los establecimientos y el empaquetado.
Ford no era, simplemente, el creador de la imagen de Gucci. También era, en muchos aspectos, otra parte de la marca: aparecía en revistas, documentales y fiestas. Hoy, los diseñadores no son sólo responsables del diseño, sino que constituyen también la identidad corporativa.
El sector espera que los consumidores, puesto que están volviéndose menos fieles a las marcas, sigan manteniéndose fieles a las personas. Es más fácil dejar un logo, que a un amigo.










