El salto del dólar informal por encima de los $ 7 actúa claramente como un factor disuasivo para quienes estaban optando en estos días por viajar a algún destino en el exterior. Y los obliga a mirar más de cerca más a tono, incluso, con los deseos oficiales las alternativas que hoy tienen disponibles dentro de la Argentina para pasar sus vacaciones.


Un blue más inaccesible, en un mercado paralelo que hasta muchos consideran administrado, actúa hoy con mucha más fuerza para desalentar al turismo emisivo que las temibles noticias que circulan por estos días sobre los robos en lugares de veraneo del exterior o la estampida de los precios en Punta del Este.


A esta altura de las cosas, en el mercado cambiario sólo quedó un vestigio beneficioso para quienes insistan, después de todo, en irse de vacaciones al extranjero: pagar con tarjeta, aún con el impuesto disuasivo del 15% que colocó Ricardo Echegaray en octubre pasado, se volvió más interesante con este último despegue del blue, porque termina por convalidar un dólar más bajo, de unos $ 5,75, para quienes deciden utilizarla en sus consumos del exterior. El precio resulta de aplicar el cargo que impone la AFIP sobre la cotización que toman en cuenta los emisores de tarjetas levemente por encima del oficial en los resúmenes que emiten a sus clientes.


Un dólar a $ 5,75 termina por aportar al viajero un ahorro en pesos cercano al 20% con relación al precio que debería pagar para obtener esa misma cantidad de divisas en el mercado informal (hasta ayer, $ 7,07). Hace sólo una semana, con el blue en los $ 6,40 y el dólar-tarjeta en los $ 5,60, este ahorro llegaba a ser de apenas un 12%.


El nuevo beneficio devolverá parte del atractivo que perdió el plástico a partir del impuesto de la AFIP. Hasta agosto pasado, por esta vía habían llegado a fugarse cerca de u$s 400 millones mensuales. Desde entonces, el drenaje se redujo a la mitad, y sólo en los primeros días de diciembre, más que nada por cuestiones estacionales, volvió a insinuar un leve repunte (ver infografía).


La fuga de divisas también siguió fuerte, este año, por la demanda en efectivo que hicieron los ahorristas en las ventanillas de las sucursales mediante las mezquinas validaciones de la AFIP para turismo. Sólo hasta septiembre último, el Banco Central tiene registrada una salida del sistema de u$s 4.300 millones por compra de divisas del sector privado para viajes al exterior. El mecanismo oficial para autorizarlas parece lejos de ser flexibilizado.


En uno de los grandes bancos nacionales contaron ayer a El Cronista que en diciembre crecieron fuerte las solicitudes de los aumentos de límites de financiamiento a través de la tarjeta por viajes al exterior. En la entidad no sólo suelen conceder la ampliación transitoria que suele permitirse a quienes salen del país sino también, en algunos casos puntuales, de manera definitiva para aquellos clientes que muestren buenos niveles de depósitos disponibles en sus cuentas bancarias.


La decisión también pretende apuntalar un consumo que perdió vigor en los últimos meses, con la reducción de los planes en cuotas sin interés. Por la inflación, el financiamiento se terminó reduciendo a un promedio de tres cuotas sin interés, cuando hasta hace poco tiempo llegábamos a otorgar hasta 24, agregaron en el banco.