El anuncio de que el Tesoro de Estados Unidos negocia con la Argentina un swap de monedas por u$s 20.000 millones, acompañado de posibles compras de bonos y una línea de crédito adicional, agitó las aguas en Wall Street que, ya había demostrado cierto descontento con la idea de que los estadounidenses financiaran un esquema cambiario "sin mucho sentido".
Lejos de un aplauso unánime, la reacción de analistas y economistas de peso de ese país estuvo marcada por el escepticismo y las advertencias sobre los riesgos de esta jugada.
Adam Kobeissi, fundador de The Kobeissi Letter, fue tajante: "La economía argentina necesita una reforma mayor. Aunque la administración Trump ha ofrecido un salvavidas, respaldado por el Tesoro, hay problemas más profundos. Argentina debe dejar flotar libremente al peso, recortar el gasto y garantizar la independencia del Banco Central. Esta es su última y mejor oportunidad".
En la misma línea crítica se expresó Brad Setser, senior fellow en el Council on Foreign Relations y experto en deuda y flujo de capitales, quien puso la lupa sobre los detalles del acuerdo.
"Mi lectura es que la línea de swap por u$s 20.000 millones no está condicionada a medidas de política, pero las compras en el mercado primario y secundario sí lo estarían, a cambio de reinstalar el impuesto a la exportación, algo muy resistido por el campo argentino", cuestionó.
Setser advirtió, además, que las compras de bonos en el mercado secundario "solo dan liquidez a los bonistas, no a la Argentina". "Ayudarían al país solo si las tasas caen lo suficiente como para volver a emitir", agregó. Además, dijo que complicarían cualquier futura reestructuración.
Robin Brooks, execonomista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), resumió la situación con crudeza: "Argentina ve la misma película una y otra vez: devalúa, vuelve a fijar el tipo de cambio, el peso se sobrevalúa y luego la paridad explota. Ahora estamos en la etapa de sobrevaluación. Es una mala película. ¡Dejen de verla!".

Por su parte, Mark Sobel, exfuncionario del Tesoro de EE.UU., fue más pragmático, pero también puso condiciones: "Espero que este intento de bazooka solo extienda el swap hasta las elecciones, que tenga una fuente de repago asegurada, que inmovilice una parte de los recursos y que se vincule con un entendimiento firme de cómo la Argentina logrará que el peso flote y alcance un valor competitivo".
Así es como los "lobos" de Wall Street no compran del todo el entusiasmo del Gobierno argentino e incluso advierten que no es beneficioso para el país.
El swap luce más como un puente financiero hasta las elecciones que como una solución de fondo, y la advertencia generalizada es que, sin disciplina fiscal, independencia del banco central y un tipo de cambio realista, el salvavidas podría convertirse en un nuevo episodio de la vieja película argentina.
Desde EE.UU, Diego Ferro, CEO de M2M Capital, explicó en declaraciones a El Cronista que, el Gobierno argentino llegó a esta necesidad "por la falta de confianza en el armado político y por algunas deficiencias en la política cambiaria y monetaria".
Sobre las declaraciones de los analistas estadounidenses, señaló al respecto: "Los comentarios apuntan justamente a eso. Los fondos son bienvenidos y pueden ayudar a ganar tiempo, siempre que las políticas implementadas sean las adecuadas. De lo contrario, nada cambiará en el mediano plazo, más allá de unas elecciones que, aparentemente, no modificarían mucho la composición en las cámaras", concluyó.
El riesgo detrás del salvataje: más dólares para financiar la fuga
Mark Dow, experto en gestión de riesgos y macroeconomía, analizó el escenario abierto tras el swap entre Estados Unidos y la Argentina.
Según escribió en su cuenta de X, "Bessent y Argentina apuestan al enfoque de shock de confianza. Milei y casi todos sus asesores quieren creer que la dislocación fue solo política, que el tipo de cambio no está sobrevaluado y que todo desaparecerá si les va bien en las próximas elecciones. No sé si Bessent también cree esto o simplemente tiene que seguir la corriente porque es lo que Trump quiere".
Para Dow, lo central es que ahora EEUU quedó comprometido: "Si la Argentina no pasa a una ‘flotación sucia' o a un nivel de tipo de cambio mucho más débil después de las elecciones, y el shock de confianza no funciona, a EE.UU. le costará decir que no a un rescate aún mayor más adelante".

Y agregó con una advertencia más directa: "Esto es mucho más sustancial. Esto sin duda podría dar tiempo a Argentina para superar las elecciones de octubre. Pero a menos que arreglen el régimen cambiario, no es una solución sostenible; solo subsidiará la fuga de capitales".
El analista resumió el dilema con una metáfora militar: "Es un poco como lo que decía Colin Powell sobre las intervenciones de EE.UU: si lo rompes, lo posees".
El escenario ideal que planteó sería que este apoyo compre tiempo hasta las elecciones, que Milei logre un buen resultado en las urnas y mantenga el ancla fiscal. A partir de ahí, el desafío pasará por encontrar un nuevo régimen cambiario y monetario que permita a la economía generar las divisas necesarias para recomponer reservas y cumplir con los compromisos externos. "Argentina no puede sobrevivir eternamente arrodillándose, mendigando flujos de capital", concluyó.
La mirada de Morgan Stanley: lo malo y lo bueno
La reciente señal de apoyo del Tesoro de Estados Unidos a la Argentina representa "un respiro importante para los mercados". Según Morgan Stanley, la potencial asistencia con una línea swap y compras de deuda en dólares podría cubrir los vencimientos críticos de 2026, evitar una caída drástica de las reservas del Banco Central y reducir el riesgo de default externo.
Para el banco, esta ayuda también daría tiempo para implementar políticas fiscales "más coherentes y mantener cierta continuidad institucional", lo que terminaría por traducirse en un impulso de confianza en un momento clave para el país.
Sin embargo, el informe del banco de inversión advierte sobre riesgos significativos que podrían limitar el efecto de la asistencia.
- En primer lugar, la dependencia de dólares frescos deja a la Argentina vulnerable si la ayuda no se concreta en los niveles esperados, lo que podría traducirse en fuga de capitales, presión sobre el peso y aumento de los rendimientos de los bonos.
- Además, la sostenibilidad a largo plazo es un desafío: los vencimientos de deuda de 2027 y años posteriores son igualmente pesados, y sin reformas estructurales o disciplina fiscal, la ayuda estadounidense solo sería un parche temporal.
Morgan Stanley también subraya riesgos políticos y de expectativas. La ayuda podría generar presiones internas o ser percibida como insuficiente por la población si no se traduce en mejoras tangibles en inflación, tipo de cambio o empleo.
Asimismo, existe el riesgo moral de que los mercados empiecen a esperar que EE.UU. actúe como salvador permanente, sin exigir ajustes estructurales en la economía argentina.
JP Morgan: alivio inmediato, dudas de mediano plazo
Para el J.P. Morgan, el respaldo del Tesoro de Estados Unidos a la Argentina constituye una señal política y financiera de primer orden.
"La decisión de Washington de involucrarse de manera explícita en la estabilización del país fue interpretada como un reconocimiento de la importancia sistémica de del país para la región, lo que de inmediato se tradujo en alivio para los mercados: compresión de spreads, recuperación de los bonos y un respiro para el peso", dice el último informe del banco sobre la Argentina.
A este efecto positivo el gigante del Wall Street agregó el compromiso de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID, que prometieron desembolsos adicionales y refuerzan la idea de un paquete de apoyo más robusto, capaz de otorgar oxígeno a la administración Milei en la antesala electoral.

Sin embargo, el coloso financiero también advirtió sobre los riesgos latentes. El principal es que este rescate termine siendo un alivio transitorio que no resuelva los problemas estructurales: "La necesidad de consolidar disciplina fiscal, garantizar la capacidad de repago de la deuda externa y reducir la vulnerabilidad frente a cada ciclo electoral".
Además, comentó que las medidas para apuntalar el ingreso de divisas, como la baja de retenciones, implican un costo fiscal que puede erosionar el superávit primario. En paralelo, la ayuda de Washington "no está libre de condiciones: si no se cumple con ciertos lineamientos de política económica, el flujo de dólares podría interrumpirse rápidamente".
En la visión de J.P. Morgan, incluso con el nuevo respaldo, la Argentina seguirá urgida de un tipo de cambio real más competitivo que estimule exportaciones y facilite la acumulación genuina de reservas. Sin acceso pleno a los mercados para refinanciar deuda, "el margen de maniobra será limitado", concluyó.
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