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Los balances de los bancos dejaron claro que el proceso de transición hacia una nueva normalidad, en la que los bancos retoman su función de intermediarios financieros y prestamistas, está siendo más lento y costoso de lo que el mercado anticipaba.

Hasta hace poco, gran parte de sus carteras estaba compuesta por títulos públicos y préstamos al Banco Central, generando rendimientos elevados con bajo riesgo y apalancamiento.

Repunta el crédito

Esta dinámica, sin embargo, les restaba protagonismo como motores del crédito al sector privado. Ahora, el nuevo régimen económico los obliga a asumir el rol que históricamente han tenido como prestamistas, lo que, en términos macroeconómicos, es una buena noticia.

Algunas entidades ya están ajustando su estrategia para retener clientes, como remunerar cuentas de ahorro y ofrecer mejores tasas en plazos fijos en dólares, lo cual eleva sus costos de fondeo.

Sin embargo, desde el punto de vista de cada entidad, esto supone desafíos adicionales, especialmente porque la recuperación de la rentabilidad requiere aumentar el apalancamiento, captar más depósitos y competir más activamente por clientes. El impacto de esta transición queda en evidencia en los balances de BBVA Argentina, Banco Macro, Galicia y Supervielle, según describen en Delphos.

Competencia por depósitos

En los cuatro bancos se observó una marcada contracción del margen de interés neto y del margen financiero. Esto responde a la menor inflación, que reduce la brecha entre tasas activas y pasivas, y a la competencia por depósitos y préstamos.

Algunas entidades ya están ajustando su estrategia para retener clientes, como remunerar cuentas de ahorro y ofrecer mejores tasas en plazos fijos en dólares, lo cual eleva sus costos de fondeo.

Incobrabilidad

El aumento de los cargos por incobrabilidad es otra característica común en todos los bancos analizados. Esto refleja el incremento de los préstamos al sector privado, que, si bien constituye una vuelta al negocio bancario tradicional, también conlleva un mayor riesgo crediticio y, por lo tanto, más previsionamiento.

Este factor, sumado a la compresión de márgenes, impacta directamente en las ganancias netas. Ante este escenario, los bancos necesitan aumentar su base de activos para sostener sus ganancias.