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¿Cómo se dirá en cingalés, el idioma oficial de Sri Lanka, "Minga al Fondo, que la deuda la pague Mongo?".
Es que esta pequeña república "democrática socialista", tal como figura en su nombre oficial, que corresponde a la antigua Ceilán de Marco Polo, isla que describió como "la más bonita del mundo", vive por estos días un dilema similar al de la Argentina.
Al igual que el Gobierno argentino, su homólogo de este país ubicado al sur de la India tiene que resolver cómo pagar en 2022 vencimientos de su deuda soberana por u$s 7000 millones, y no cuenta con los recursos para solventarla (la deuda total llega a los u$s 35.000 millones).
La isla al sur de la India tiene que resolver cómo paga este año vencimientos de u$s 7000 millones con reservas que no llegan a los u$s 3000 millones.
Por eso, los mercados financieros miran hacia esta pequeña nación, porque existe un alto riesgo de que caiga en default.
En momentos en que el costo del financiamiento comienza a crecer en todos los países desarrollados, a raíz de la disparada de la tasa de inflación, que impulsa a los principales bancos centrales a subir los tipos de interés, varios países emergentes ven cómo su delicada situación financiera se complica un poco más.
De hecho, la tasa de interés de Estados Unidos a 10 años ya toca el 2%, un nivel que no alcanzaba desde hace dos años y medio.
Y este es un parámetro de medición importante, ya que la mayor parte de las deudas soberanas colocada entre inversores internacionales está nominada en dólares.
CON LA SOGA AL CUELLO
En el caso de Sri Lanka, su banco central solo dispone de u$s 3000 millones de reservas para afrontar pagos por más del doble de ese monto.

Para la economía del país, la pandemia tuvo efectos desastrosos, ya que su principal fuente de ingresos es el turismo.
El camino que tomó el gobierno cingalés también recuerda a la Argentina: corralito cambiario y frenos a las importaciones. Esto provocó cortes en el suministro eléctrico y escasez de combustibles y alimentos.
El camino que tomó el gobierno cingalés también recuerda a la Argentina: corralito cambiario y frenos a las importaciones. Esto provocó cortes en el suministro eléctrico y escasez de combustibles y alimentos.
Ya en octubre pasado, las tres grandes agencias calificadoras habían bajado la calificación crediticia de la deuda cingalesa, a un escalón por encima del default, lo que tampoco ayuda al gobierno a resolver su problema financiero.
Por eso, el ministro de Economía de Sri Lanka, Basil Rajapaksa, anunció a principios de febrero que iba a pedir ayuda al FMI para pedir consejo técnico al organismo, aunque también aclaró que eso no significaba llegar a un acuerdo.
DIVIDIDOS FRENTE AL FONDO
Es que el gobierno se encuentra dividido respecto de la conveniencia o no de solicitar ayuda financiera al Fondo, en un escenario que recuerda el debate que hoy atraviesa el Frente de Todos en nuestro país.
Sin embargo, a diferencia del caso argentino, el banco central cingalés se muestra en contra de acordar con el FMI, ya que considera que las exigencias de sus técnicos serán "mucho más dolorosas" para la economía del país.

En su visión, un acuerdo obligaría a reducir el gasto público, aumentar los impuestos y las tasas de interés, junto con una fuerte depreciación de la moneda, impactando en la inflación local, que fue del 14% (mensual) en enero de 2022.
Y, en otra coincidencia con nuestro país, parte del gobierno de Sri Lanka contactó a su par chino para ver si les brindaban una línea de crédito y así evitar pasar por el control del Fondo.
El problema es que China ya prestó un monto equivalente al 10% de la deuda soberana cingalesa, por lo que habría que ver si estaría dispuesta a refinanciarla para evitar que el FMI se vuelva a convertir en el prestamista de última instancia de un país al borde del default.













