
Después de haber forzado la aprobación de once grandes reformas estructurales desde que asumió el poder hace casi dos años, el presidente de México debe enfrentarse al desafío más urgente de todos: responder la pregunta ¿y ahora?
Si algo está claro para nosotros, es que este no es el México de antes. Este es el México que se atrevió a cambiar, afirmó Peña Nieto en un informe anual de cerca de 600 páginas presentado en el Congreso.
La pregunta que mucha gente me hace es ¿qué viene ahora? Ahora viene poner las reformas en acción, para que los beneficios se puedan ver y sentir en la vidas diaria de todos los mexicanos, aseguró. El cambio no será inmediato, pero estamos en camino hacia un nuevo México.
En su Segundo Informe de Gobierno, Peña Nieto informó la decisión de convertir el programa social Oportunidades (con el que se benefician más 6 millones de familias) en Prospera, que estará abierto a todos los actuales beneficiarios y con el que se busca bajar la pobreza y y hacer llegar más becas de formación superior a los ciudadanos con menos oportunidades. También anunció un proyecto para construir un aeropuerto nuevo en la Ciudad de México con una capacidad cuatro veces superior. De esta manera, el mandatario buscar traducir su agenda de reforma en algo tangible para los mexicanos escépticos.
Se trata de un proyecto de infraestructura que costaría unos u$s 9.000 millones. Peña Nieto afirmó que tendrá seis pistas y tendrá capacidad para 120 millones de pasajeros anuales.
En su discurso de 90 minutos en el Palacio Nacional, el presidente azteca admitió que los niveles de pobreza no han cambiado en treinta años, que las tasas de crecimiento son demasiado bajas y que su reforma fiscal significa un sacrificio para muchos. Aseguró también que la tan esperada mejoría no se producirá de la noche a la mañana.
Los niveles de aprobación local de Peña Nieto vienen en caída. Sólo uno de cada tres mexicanos cree que el país avanza por el camino correcto, según una encuesta de Consulta Mitofsky y 51,3% de los ciudadanos aprueba su gobierno, lo que se compara con 46,9% que lo desaprueba. Al comienzo de su período en diciembre de 2012, lo aprobaba el 54%.
El gobierno sigue de todos modos adelante. Peña Nieto destacó la posibilidad de una nueva inversión por miles de millones de dólares como resultado de la reforma energética, que termina con casi ocho décadas del monopolio estatal en la exploración y producción de petróleo y gas y abrirá la puerta a gigantes del sector como Exxon, Chevron y Shell.
Significativamente para los mexicanos escépticos, el presidente espera que eso se traduzca en medio millón de nuevos puestos de trabajo para el fin de su mandato en 2018, así como en energía más abundante y barata para impulsar la industria mexicana y hacerla más competitiva.
El suministro de energía es esencial para todas las actividades productivas. Su escasez y alto precio en México han limitado el crecimiento de la economía, asegura el gobierno.
Aunque la economía de México, que llegó a derrapar el año pasado, finalmente mostró signos de recuperación en el segundo trimestre de este año, el gobierno y los economistas están de acuerdo en que la segunda economía de América Latina necesita reformas profundas para salir de una rutina de bajo crecimiento.
A pesar del impulso que dio la integración con EE.UU. y Canadá a través del acuerdo comercial Nafta, el crecimiento de México se ha estancado en torno al 2,4% durante las últimas tres décadas.
El gobierno cree que su reforma fiscal agregará 2,5% de crecimiento en 2018, mientras que los economistas ven que la inversión en energía añadirá hasta un 1%. El presidente prometió que cuando las reformas se pongan en acción, México crecerá de forma acelerada y sostenida











