
Cristina Fernández inicia esta semana como rara vez lo hizo antes. Durante los últimos diez años, ya sea como primera dama o desde 2007 como presidenta, ella era la principal o única protagonista de la escena política de Argentina. Ahora, tras la paliza que recibió su partido Frente para la Victoria en las elecciones legislativas este fin de semana, tendrá que compartir ese espacio con otros políticos. No todos ellos son rivales; pero sí todos tienen un futuro más prometedor que ella.
Por un lado, CFK no puede ser nuevamente presidente. La mayoría parlamentaria de dos tercios que ella necesitaba para cambiar la Constitución y presentarse para un tercer mandato definitivamente ahora quedó fuera de alcance. Mientras tanto, su partido sigue siendo la mayor fuerza política del país; obtuvo 33% de los votos a nivel nacional. Sin embargo, perdió fuertemente en Buenos Aires, que representa casi el 40% de la población y economía argentinas. Allí Sergio Massa, ex jefe de gabinete, en la elección del domingo obtuvo 12% más votos que el candidato de CFK. Su victoria dio inicio a la carrera presidencial con vistas a 2015.
Los especuladores apuestan a que es sólo cuestión de tiempo, pero que habrá una Administración que se lleve mejor con las empresas. Y esa es la razón por la que las acciones y bonos argentinos han subido con tanta fuerza. Eso quizás sea prematuro. Todavía quedan dos largos años hasta 2015. Mientras tanto, el partido de CFK retiene una leve mayoría en el Congreso y su popularidad se mantiene cercana a 40%. Ella es más débil y enfrenta mayor oposición que antes. Pero todavía tiene el control.
Sin embargo, sigue siendo una incógnita qué hará CFK con ese control. Hace un mes que está con licencia médica por una operación de urgencia a la que debió someterse el 8 de octubre. Tampoco dejó a sus ministros indicaciones (que se conozcan) sobre cómo enfrentar los crecientes problemas económicos del país, desde la elevada inflación hasta el derrumbe de las reservas en divisas. Por lo tanto, tiene dos opciones cuando reanude sus actividades: corregir esos desequilibrios económicos o salir del paso durante otros dos años.
La primera alternativa implicaría revertir las medidas populistas de su proyecto y tragarse el orgullo. Pero si no hace nada la economía seguirá deteriorándose y restará chances a su partido y su sucesor en 2015. Si CKF realmente quiere que continúe su proyecto, tendrá que ser bajo un nuevo pretexto. Justificar el cambio de dirección puede ser difícil. Pero podría decir que no fue una decisión caprichosa (otra de las frases que más repite, también esta vez verdadera y digna de una estadista).














