
Cuando el programa de rescate propuesto para Grecia sea puesto a votación en el Bundestag mañana, la canciller alemana Angela Merkel tendrá pocas dudas de que ganará.
Sin embargo, recibirá mucha presión para que defienda su manejo de la crisis y responda serias dudas que se plantean para la eurozona, la Unión Europea y su eje central la relación entre Alemania y Francia.
Si bien la canciller cuenta con el sólido apoyo de su partido conservador CDU/CSU y del pueblo su duro comportamiento durante la maratónica cumbre de la eurozona en Bruselas originó críticas en su país y en el exterior. La acusan de intimidar a Grecia y humillar a su líder.
Para algunos, hasta cometió el mayor crimen de política exterior alemana de la posguerra: poner en peligro el compromiso del país hacia la unidad europea. Tal como señala Sven- Christian Kindle, el vocero del partido Verde de la oposición: "Alemania cometió un error histórico. Por primera vez en 60 años Alemania exigió a Europa menos en vez de más".
Esas acusaciones no son nuevas para la canciller, que hace tiempo que trata de conducir Europa desde Berlín, a veces haciendo a un lado a los aliados y a las instituciones europeas. Pero la intensidad de los ataques contra su posición como líder dominante de Europa llegó a niveles sin precedentes.
Un comentario online de Der Spiegel, una revista de centroderecha que a menudo critica a Merkel, señala: "El gobierno alemán destruyó en un fin de semana siete décadas de diplomacia de la posguerra." El diario liberal Süddeutsche tituló un informe sobre Merkel "El nuevo enemigo de Europa". Los medios germanos también mencionaron las críticas a Berlín provenientes del exterior, en especial el pedido del primer ministro italiano a poner fin a la humillación a Grecia: "Alemania, te lo digo simple: ya es suficiente".
En Berlín, la opinión es que lejos de socavar la unidad de la eurozona, Alemania está defendiéndola porque está sosteniendo las normas y ayudando a un miembro reacio mediante un paquete de rescate superior a 86.000 millones de euros.
El gobierno se consuela con el hecho de que en la reunión de los ministros de Finanzas anterior a la cumbre de líderes de este fin de semana, 15 de los 18 socios griegos de la eurozona se mantuvieron unidos exigiendo términos más duros que los propuestos por Grecia la semana pasada. Sólo Francia, Italia y Chipre aseguraban que el plan griego era suficiente para iniciar las negociaciones formales.
La canciller también está conforme con el apoyo del pueblo que muestran los sondeos de esta semana. En una encuesta de la Primera Cadena de la Televisión Alemana (ARD, por sus siglas en inglés), el 57% está a favor del plan de rescate.
Merkel está segura de que obtendrá los votos mañana, con el apoyo de la mayoría de su propio bloque y de otros partidos. Pero ella no saldrá ilesa. Enfrenta una extraña rebelión por parte de los legisladores de CDU/CSU que ven al programa como una pérdida de dinero.
Los miembros del Parlamento estiman que podría haber entre 50 y 70 rebeldes del CDU/CSU, cerca del doble de los 29 que se opusieron al gobierno en la última votación sobre el rescate a Grecia en febrero. Sin los términos duros que se garantizó Merkel, ellos aseguran que los rebeldes podrían haber sido 100 de los 311 que componen el bloque.
Si bien los que protestan no significan una amenaza para el resultado en la votación de la cámara de 630 miembros, podrían dañar la reputación de severa que tiene la canciller.
Preocupa sobremanera el daño a la relación entre Francia y Alemania, el eje de la UE, ya que se creó una grieta entre Merkel, que se inclina por las normas más severas y el presidente galo François Hollande, que pide solidaridad. Los dos líderes a menudo se sientan en lugares opuestos de la mesa de Bruselas, con Merkel manteniendo una línea dura y Hollande pidiendo misericordia.











