
El personal de Ricardo Eletro estaba bajando las persianas de la tienda de electrónica tras un día de frenéticas compras de fin de año cuando aparecieron los hombres armados. Triago Marinho, el gerente del local que está en la principal calle de Rocinha, una de las favelas más famosas de Río de Janeiro, tuvo que presenciar como los cinco ladrones robaban dinero, teléfonos móviles y otros productos.
Se suponía que estos ataques no iban a ocurrir más. La Policía Militar, con apoyo del Ejército, ocupó Rocinha en noviembre pasado, para desplazar a los narcotraficantes armados que controlaban el área desde hace décadas.
"Ni siquiera estaban enmascarados. Rocinha es enorme. No hay suficiente policía para controlar el lugar", dijo Marinho.
Rocinha, que es una vasta zona cubierta de casuchas en un monte ubicado sobre los elegantes barrios de Ipanema y Leblon, es la favela que más recientemente quedó bajo el programa de "unidad policial de pacificación (UPP)" de la ciudad, que busca recuperar amplias zonas de Río controladas por bandas de narcotraficantes con nombres como Amigos dos Amigos o Comando Vermelho. Se considera que el programa es crucial para la realización del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos, dos años después.
Gracias, en parte, al UPP, el número de asesinatos en el área metropolitana cayó de 35 cada 100.000 habitantes en 2008, a un estimado de 26,7 en 2011, lo que está más cerca del promedio nacional, según el Instituto Sangari, que lleva la cuenta de los homicidios en Brasil.
"Esta es una política que la propia sociedad ha adoptado. Una vez que la sociedad adoptó una política, ningún político puede volver atrás", declaró Sergio Cabral, gobernador del estado de Río, al canal de noticias brasileño O Globo.
Pero hasta Cabral sabe que erradicar las afianzadas narcodictaduras de Río es una tarea gigantesca. El problema data de la década del 70, cuando la dictadura militar encarceló a delincuentes comunes junto a guerrilleros izquierdistas. Al ser liberados, los criminales adoptaron tácticas guerrilleras y empezaron a ocupar territorio.
Según un estudio de Pedro Henrique de Cristo, consultor de Habitat, un programa de las Naciones Unidas que busca recuperar las favelas, 16,6% de la población de Río, o sea más de 1 millón de personas, vive bajo el dominio de los jefes narcos y fuera del control gubernamental. En las favelas, el ingreso promedio es aproximadamente un tercio del de los barrios comunes; la tasa de asesinatos es el doble y los embarazos entre adolescentes cinco veces más comunes.
"Cuando uno aquí tiene entre 12 y 15 años, enfrenta dos opciones: seguir estudiando o unirse a los traficantes", explicó Leandro Lima, un periodista local que nació en Rocinha. Según él, los "soldados" de las bandas de traficantes pueden ganar u$s 1.000 en una semana, que es una pequeña fortuna comparado con lo que gana la mayoría de los jóvenes.
También está el factor racial. Más de la mitad de la población de las favelas es de raza negra, comparado con menos de 7% en otras áreas urbanas. Los activistas sostienen que los residentes de estos barrios son peor tratados por la policía de Río, que en 2008 mató una persona de cada 23 que arrestó. En EE.UU., en cambio, entre 37.000 detenidos sólo una persona pierde la vida, según Human Rights Watch.
Cuando una favela ha sido pacificada, las condiciones mejoran notablemente. El plan captó la atención mundial hace un año, cuando los medios audiovisuales filmaron al Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE) sacando a los gángsters de la gigantesca favela Complexo do Alemão. Aunque la gente local todavía desconfía de la policía, Henrique de Cristo señala que apoyan la presencia de los puestos policiales establecidos en los barrios pacificados donde, una vez que el BOPE se ha retirado, quedan oficiales entrenados en la aplicación de políticas comunitarias.
El desafío es cómo expandir y sostener el plan de las UPP. Según cifras de BOPE, se han pacificado sólo 19 de las 130 favelas controladas por las bandas y el objetivo es llegar a 40 para 2014. Pero algunos cuestionan si Río tiene los recursos para lograrlo: según estimaciones, la ciudad tendría que agregarle a sus fuerzas policiales más de la mitad de los efectivos con que cuentan actualmente para poder ocupar el territorio dominado por los jefes de la droga.
Las tensiones por no poder desplegar personal policial suficiente ya son visibles en Rocinha, según dicen los habitantes. Aunque el gobernador del estado dijo que la favela tendrá una UPP el año próximo, por el momento tiene que arreglárselas con los patrullajes del BOPE.
Los residentes sostienen que la vida era más segura bajo el dominio de Amigos dos Amigos, el grupo criminal que dominaba Rocinha y que prohibía el robo. Fabiana Franca, una mujer embarazada que es propietaria de una pequeña tienda de ropa en uno de los oscuros callejones de la favela, dijo que a una vecina la asaltaron hace poco y le robaron el aguinaldo. "¿Más segura? No, es menos segura. Todos los policías se van a sus casas a las 8 o las 9 de la noche. Tuve que poner barrotes en las ventanas de mi casa", agregó la mujer.n El número de las personas que viven en favelas creció 75% en una década, según el departamento de estadísticas del gobierno de Brasil.
n Aproximadamente 6% de la población vive en barrios precarios o en tierra ocupada ilegalmente, sin acceso a los servicios básicos.
n El Instituto de Estadísticas y Geografía dijo este mes que la cantidad de ciudadanos que tienen condiciones de vida por debajo del estándar subió de 6,5 millones a 11,4 millones entre los años 2000 y 2010.











