
Hace tres años Brendan Kennedy sentó a sus padres para hablarles de su cambio de carrera. Después de invertir casi medio millón de dólares en su educación , sus octogenarios madre y padre quedaron atónitos ante su decisión de renunciar a su bien remunerado trabajo de valuar empresas tecnológicas en Silicon Valley para crear una sociedad de capital de riesgo que invierte en la industria de la marihuana.
Sin embargo, Kennedy estaba convencido. Después de pasar años en Silicon Valley, investigando y analizando el valor financiero de industrias nuevas, sintió que el negocio legal de la marihuana, al igual que el de los autos eléctricos y las empresas de medios sociales, también resultaría rentable y en última instancia, tendría un atractivo general.
Después de discutir su idea con dos compañeros de estudios, que finalmente se convirtieron en sus socios, decidió comenzar a estudiar la idea de crear una sociedad de capital de riesgo para invertir en negocios legales vinculados a la marihuana, tanto médicos como recreativos, mientras todavía trabajaba en SVB Analytics.
Pasó mucho tiempo averiguando status jurídico, dado que la ley federal establece que la posesión, fabricación y venta es ilegal pero varía según los estados.
Más de tres años después, el residente de Seattle, cuya compañía Privateer Holdings ha recaudado u$s 7 millones en inversiones y espera recaudar hasta u$s 50 millones más este año, cree que sus ideas han sido reivindicadas. El cannabis salió a la venta en las tiendas en Colorado a principios de este año, mientras que se espera que el estado de Washington permitirá su venta a fines de este año después de un referéndum para legalizar el uso y la posesión de marihuana por personas mayores de 21 años. Los dos estados se encuentran entre los 20 que han aprobado la marihuana para uso médico. Se prevé que el mercado legal en EE.UU.
alcance los u$s 2.300 millones este año, según ArcView Group, una red de inversores interesados en el negocio del cannabis. Se calcula que el mercado moverá u$s 10.200 millones en 2018.
Al principio, fue difícil conseguir inversiones. Todos los fundadores tenían experiencia en la banca, así que recurrieron a sus redes y encontraron que la mejor manera de conocer a potenciales inversores era a través de presentaciones a ciegas, es decir que a la gente contactada sólo se le decía que iban a encontrar la oportunidad de negocio interesante, sin dar detalles. Sorprendimos a algunas personas, pero nadie nos echó, contó Kennedy. Los inversores optaron en general por esperar hasta saber si pasarían las iniciativas de legalización en Washington y Colorado. Cuando esas iniciativas fueron aprobadas en noviembre de 2012, fue mucho más fácil; los inversores empezaron a venir a nosotros.
Hasta ahora Privateer compró tres empresas: Leafly, un sitioweb que otorga calificaciones a dispensarios y variedades de marihuana; Lafitte Ventures, una operación de cultivo de marihuana médica canadiense; y Arbormain, empresa que arrendará espacio de almacenamiento para las empresas legales de cannabis.
Kennedy contrató recientemente a un antiguo agente de regulación de drogas para trabajar en el área del cumplimiento de la ley. Es un laberinto incluso para las personas que conocen la ley, explicó. Los bancos estudiaron en profundidad cómo trabajar con con las empresas, por temor a ser acusados de lavar de dinero.
Jeffrey Miron, profesor titular del departamento de Economía de la Universidad de Harvard y autor de Los crímenes de guerra de la droga: Las consecuencias de la prohibición, cree que muchas compañías se resisten porque las leyes vigentes en estos estados tienen restricciones y no se sabe cuánto tiempo más lo tolerará el gobierno federal. Y agregó: Un nuevo presidente, a sólo tres años de distancia, puede imponer de nuevo la intervención federal. Así que las empresas racionales aún desconfían de la legalización porque no es una legalización del todo real .
A pesar de que Kennedy se preocupa por la rentabilidad de la inversión, también está en ese negocio porque cree firmemente en la legalización. El daño causado por las leyes contra las drogas es peor que la droga en sí. La guerra contra las drogas conduce a altos niveles de encarcelamiento y la prohibición de la marihuana perpetúa la discriminación racial en el país. Sabemos que la prohibición llegará a su fin.














