
El gobierno chino no puede creer la suerte que tiene. La semana pasada, Benjamin Netanyahu comprometió a Israel a unirse al nuevo Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB) de Beijing.
Si bien no se terminó el amor entre el primer ministro israelí y el presidente norteamericano Barack Obama, que quedó en una incómoda situación tras el discurso de Netanyahu en el Congreso estadounidense el 3 de marzo, Beijing nunca esperó que un antiguo aliado de Estados Unidos se sintiera atraído por el AIIB, cuando se concibió la institución hace al menos dos años.
Lo que comenzó como una quijotesca deserción del Reino Unido el primer socio de EE.UU. en hacer oídos sordos a las protestas estadounidenses se convirtió en un genuino triunfo estratégico de Beijing.
Más de 50 países, incluyendo los tradicionales aliados militares de Estados Unidos como Austria y Corea del Sur, han solicitado unirse. Sólo Japón se mantuvo con Washington, por ahora, haciendo eco a los temores de Obama en cuanto a los estándares de gobierno y transparencia del nuevo banco.
Sin embargo, el éxito del gobierno chino con el AIIB no fue sólo suerte, sino fruto de un ajuste de política muy inteligente.
Desde que Beijing declaró una zona de identificación de defensa aérea sobre el Mar de China Oriental en noviembre de 2013 hasta su despliegue de una torre petrolera cercana a Vietnam en mayo pasado, su reivindicación del "poder duro" lo había colocando en rumbo de colisión con casi todos sus vecinos regionales. El peor momento fue el 26 de mayo, cuando un buque pesquero chico vietnamita que hostigaba la torre petrolera fue derribado y hundido por una embarcación pesquera china de mayor tamaño. El incidente, que representó un intento de homicidio en altamar, desde entonces quedó inmortalizado en YouTube.
En privado, los expertos en política exterior china reconocen que las protestas violentas que surgieron en todo Vietnam después de la extralimitación en el Mar del Sur de China fueron un poderoso llamado de atención. Como la cumbre anual de la Cooperación Económica para Asia Pacífico se llevaba a cabo en Beijing solo seis meses después, el gobierno chino decidió abandonar la proyección del poder duro e inclinarse por la persuación del poder blando.
En la APEC, el gobierno chino bajó el tono a la confrontación con Japón por las islas Senkaku o Diaoyu; firmó inesperados acuerdos ambientales y militares con EE.UU. y anunció un fondo de u$s 40.000 millones para apoyar una "nueva ruta de la seda" que une Asia con Europa. El AIIB aportará al menos otros u$s 100.000 millones a esta iniciativa donde Beijing pretende asumir el rol que antes tenían los banqueros venecianos a lo largo de la vieja ruta de la seda.
El súbito giro estratégico de China aprovechó la casi cómica serie de errores que cometió su mayor rival geopolítico. La renuencia del Congreso de EE.UU a aceptar reformas que le daban a China y otras naciones en desarrollo una mayor participación en el Banco Mundial y el FMI se agravó cuando la administración de Obama no logró "contar los votos", tal como dicen en el Capitolio, en contra del AIIB.
Sin embargo, el presidente Xi Jinping todavía no puede festejar. Si bien 2015 quizás haya empezado como un "año de maravilla", un problema diplomático en ciernes en Sri Lanka es un recordatorio de lo rápido que pueden cambiar los momentos geoestratégicos.
La crisis de China en Colombo fue mayormente de fabricación propia, ya que financió proyectos de infraestructura por u$s 5.000 millones asumiendo que el antiguo aliado de Xi allá, Mahinda Rajapaksa, tenía firme control del poder como ocurre con el partido comunista chino.
Con la sorprendente derrota electoral de Rajapaksa en enero, las inversiones chinas en infraestructura en Sri Lanka quedaron expuestas a evaluaciones por parte del nuevo gobierno en Colombo. Si se prueba, las acusaciones por falta de transparencia servirán como ejemplo perfecto de que son sensatos los temores de Washington y Tokio a las potenciales fallas de gobierno en el AIIB.
El desafío de Beijing ahora es asegurarse que los errores en Sri Lanka no se repitan con su popular banco nuevo.











