
El ritmo de crecimiento de la economía japonesa disminuyó casi a la mitad entre el segundo y tercer trimestre, mientras que el consumo más débil y las menores exportaciones compensaron los grandes aumentos del gasto publico y de la inversión en propiedades.
Según estimaciones de la Oficina del Gabinete nipón, el verdadero valor de los productos y servicios producidos por la tercer economía mundial subió a una tasa anualizada de 1,9% entre julio y septiembre.
Eso marcó una desaceleración respecto del primer semestre, que se vio impulsada por los estímulos, cuando simultáneamente se encendieron los tres motores (consumo, inversión y exportaciones) para producir un crecimiento intertrimestral de 4,3% en los primeros tres meses y de 3,8% en los segundos.
Sin embargo, Japón registró un crecimiento superior a su nivel potencial, el cual los economistas ubican entre 0,5% y 1%. Y muchos esperan un repunte en el actual trimestre y en los primeros tres meses de 2014, porque las familias elevan el gasto y la inversión antes de que suba la alícuota del impuesto al consumo, que regirá desde abril próximo.
Empezó un buen ciclo, aseguró Akira Amari, ministro de Economía, en comentarios ante periodistas. Es importante que la demanda local haya hecho un aporte constante.
La desaceleración del tercer trimestre no es motivo de gran preocupación, señaló Kazuhiko Ogata, economista jefe de Crédit Agricole en Tokio. En la última mitad del año fiscal (que cierra en abril de 2014) probablemente veamos mucho consumo anticipado en vistas al inminente aumento del impuesto, especialmente en actividades relacionadas con la construcción residencial y bienes durables de precios elevados.
No obstante, los datos sostendrán la presión sobre Shinzo Abe para que mantenga intacta la trayectoria de crecimiento de Japón. Desde que volvió al poder en diciembre pasado, el primer ministro hizo avances para revertir más de una década de deflación mediante las tres flechas (o tres pilares) que constan de: un agresivo ablandamiento monetario, un enfoque más flexible hacia el gasto fiscal, y una serie de iniciativas para elevar el potencial de crecimiento del país en el largo plazo.
Tales esfuerzos hicieron posible que Japon registrara la mejor tasa de crecimiento entre las principales economías del G7 en el primer semestre. Una caída del yen subió los precios de las acciones y refinó el apetito de los consumidores. Sin embargo, desde entonces las autoridades expresaron preocupación por una contracción en la demanda externa proveniente de China, su segundo socio comercial más grande, y la menor demanda interna, como resultado del alza de los precios del combustible y servicios públicos.
Las exportaciones se desaceleraron 0,6% respecto del trimestre anterior, mientras que el crecimiento del consumo de las familias cayó de 0,6% a 0,1% intertrimestral.











