
Decir que el vino tiene importancia histórica, social y económica para España es un eufemismo. Hay cultivos de vid en las 17 regiones autónomas que tiene el país, no sólo en las áreas vitivinícolas más conocidas mundialmente como La Rioja, Galicia o el Priorato de Cataluña, sino también en Madrid y en las Islas Canarias
Según Rafael del Rey, director general del Observatorio del Mercado del Vino, una fundación que realiza investigaciones para el sector, España tiene casi un millón de hectáreas cultivadas con vid (superficie que no es superada por ningún país), si bien debido al clima seco la producción de vino es inferior a la de Francia o Italia.
La buena calidad hasta de los vinos baratos es uno de los secretos mejor guardados del país, quizás porque se exportaron demasiadas botellas españolas mediocres durante la segunda mitad del siglo XX.
Hoy en día, en las profundidades de la peor crisis económica y financiera que sufre el país desde la restauración de la democracia en los años setenta, los alimentos y vinos de calidad se impusieron como vitales exportaciones que han ayudado a mantener a flote la economía pese a la perspectiva de un rescate internacional por parte de la UE y del Fondo Monetario Internacional.
Del Rey señaló que Castilla-La Mancha, en el centro del país, tiene más hectáreas dedicadas al cultivo de uvas para vino que todo Australia.
Y parte de ese vino es de muy buena calidad, gana premios y recibe buenas críticas de expertos internacionales. La experiencia indica que quien esté dispuesto a gastar al menos 10 euros en un botella difícilmente encuentre un mal vino.
España tiene una excelente relación precio-calidad, comentó Félix Solís, gerente de exportaciones de la bodega que lleva su nombre.
Si bien el consumo de vino en el país viene cayendo hace 20 años, las ventas al extranjero aumentaron abruptamente y alcanzaron los 21,3 millones de hectolitros en 2011. Hace siete años, era más el vino que se consumía en España que el que se exportaba; hoy las exportaciones (que el año pasado ascendieron a 2.240 millones de euros) duplican el consumo local.
Las bodegas hacen un importante aporte en los esfuerzos del país de generar superávit en su cuenta corriente y reducir la dependencia de los acreedores extranjeros. Quienes participan de este negocio altamente competitivo quieren estar seguros de que España no caerá en la trampa de bajar demasiado los precios de sus vinos para elevar su participación de mercado.











