
Irán, Venezuela, Libia. Las amenazas al abastecimiento global de petróleo se conocen muy bien, se leen como una larga lista de lugares que sufren sanciones, conflictos o guerra civil.
Pero en la última semana surgió un nuevo riesgo que los analistas políticos no mencionan tan fácilmente: la contaminación por cloruros orgánicos.
El oleducto Druzhba de Rusia, uno de los principales conductos que conectan al segundo exportador de petróleo del mundo con Europa, dejó de operar por un desperfecto desde la semana pasada y los operadores temen que pueda provocar largas demoras en el suministro proveniente del país. En parte como resultado de eso, el precio del crudo se mantuvo por encima de u$s 70 el barril.
El problema, que aparentemente se debió a que no se removieron compuestos altamente corrosivos que venían en el crudo de los Urales, hace que el petróleo no se pueda usar en refinerías y podría llevar mucho tiempo y esfuerzo rectificarlo.
Este hecho manchó la imagen de confiable que tenía Rusia como proveedor de petróleo. Éste es un momento en que el mercado petrolero ya se ajustó fuertemente debido a las sanciones de EE.UU. a Irán y Venezuela, mientras que la violencia en Libia pone en riesgo la producción del país.
Una porción del crudo ruso que normalmente se exporta por mar podría desviarse para tratar de diluir el crudo contaminado que ya ingresó al ducto.
Hasta ahora el impacto en los precios del petróleo ha sido relativamente limitado. El problema en Rusia ayudó a apuntalar los precios, que tocaron un máximo para el año superior a u$s 75 el barril la semana pasada, junto con la decisión de EE.UU. de eliminar las exenciones que tenían algunos de los principales consumidores de Irán.
Pero desde entonces se estabilizaron en cerca de u$s 72 el barril, con muchos operadores apostando a que Arabia Saudita finalmente cumplirá con la promesa a EE.UU. de ayudar a evitar faltantes de crudo mediante un aumento de su producción si los consumidores lo piden.
Si los problemas de Rusia continúan, no sorprendería que los precios spot del Brent empiecen a fortalecerse más.
Pero a más largo plazo, la falta de una reacción inmediata en cuanto al precio es reveladora. Normalmente una interrupción del suministro proveniente de un gigante del petróleo como Rusia hubiera llevado a los hedge funds y otros operadores a precipitarse hacia el mercado para comprar a granel.
El hecho de que apliquen una estrategia más cautelosa sugiere que los operadores siguen dudando del potencial de mayores subas en el crudo debido a las tendencias a más largo plazo que muestra la industria petrolera.
Entre ellas, la principal es la perspectiva de producción de shale norteamericano, que sigue creciendo rápidamente.
Dado que este año se inaugurarán nuevos ductos que conectan cuencas productoras importantes con terminales de exportación en la Costa del Golfo, algunos operadores sostienen que el mercado está mejor preparado que antes para lidiar con interrupciones del suministro. La era del petróleo a u$s 100 el barril sigue siendo un lejano recuerdo, dado que a largo plazo se prevé que la oferta de crudo será elevada.
Muchos concluyen que si la amenaza al abastecimiento ruso combinada con los problemas en Venezuela, Irán y Libia no provoca un salto en los precios del crudo, ¿qué podría hacerlo?.
Según Derek Brower, director de la consultora RS Energy Group, si bien la geopolítica y los problemas de Rusia dominan hoy el mercado a corto plazo, los operadores simplemente no creen que en el futuro la oferta vaya a seguir ajustada.










