
Con los economistas revisando sus pronósticos para este año, Brasil corre el riesgo de no sólo sufrir su peor recesión desde los años treinta, sino de entrar en una franca depresión, aseguran los analistas.
Los desalentadores datos del PBI brasileño del tercer trimestre muestran que casi todos los sectores de la economía están en problemas. Esto hasta incluye las exportaciones, que se esperaba que salieran al rescate después de que el real este año perdió cerca de 52% de su valor contra el dólar.
"Las importaciones cayeron en forma acentuada en el tercer trimestre, pero las exportaciones si bien ahora son más competitivas, no reaccionaron a la fuerte depreciación del tipo de cambio" aseguró Andres Osorio, director comercial para Latinoamérica en Maersk Line, la compañía de transporte marítimo de contenedores.
Las cifras del PBI se agregan a la creciente presión que recibe la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, cuyo nivel de aprobación es el más bajo de la historia. Hay pedidos de juicio político contra ella en el Congreso y en una investigación por corrupción en la petrolera estatal Petrobras quedaron implicados a algunos de los políticos y empresarios más poderosos del país.
El último que fue arrastrado por la investigación fue André Esteves, el director del banco de inversión independiente BTC Pactual arrestado el mes pasado.
El derrumbe de las cifras del PBI complicará los intentos de Rousseff de implementar un programa de austeridad fiscal diseñado para apuntalar las finanzas públicas. Los recortes de presupuesto son considerados cruciales para hacer un ajuste más ordenado tras el fin de los auges gemelos de commodities y crédito que alimentaron la economía brasileña durante la primera década del siglo.
"El desempeño de los mercados emergentes hace que este año otra vez sea un año para olvidar", dijo Jorge Mariscal, director de inversiones en mercados emergentes en UBS Wealth Management. Brasil tiene uno de los peores desempeños de este año en bonos, monedas y acciones", agregó.
Después de ganar las elecciones en octubre el año pasado asegurando que la situación económica del país era razonable, Rousseff se puso a preparar un programa de austeridad presupuestaria y contrató al halcón fiscal Joaquim Levy como su ministro de Economía. Sin embargo, su victoria ajustada en las elecciones debilitó su poder en el Congreso, que aprobó algunas de las medidas de ajuste fiscal pero demoró muchas otras, incluyendo los aumentos de impuestos necesarios para acabar con el creciente déficit presupuestario.
La economía en desaceleración está socavando los ingresos fiscales del gobierno. La administración de Rousseff tiene un déficit cercano al 9,5% del PBI. Eso podría llevar la deuda pública bruta por encima de 70% y podría conducir a otras rebajas a su nota crediticia de grado de inversión, aseguran los analistas.
Standard & Poors ya bajó su calificación para Brasil a especulativa mientras que Moodys y Fitch avisaron que la nota del país está en revisión.
"Todos se preguntan si ésto [las cifras negativas de PBI del tercer trimestre] es suficiente para asustar a los políticos para que se unan detrás de un ajuste", dijo Mariscal. Agregó que UBS calcula que la economía se contraerá 4% este año y cree que es posible una caída de 3% el año próximo.
Otros también están revisando sus pronósticos este año porque esperan una mayor contracción.
El economista Alberto Ramos de Goldman Sachs aseguró en un informe que como el gobierno no puede hacer un mayor ajuste fiscal, el sector privado está soportando el peso del proceso, por lo que la industria y el empleo se están contrayendo. "Lo que comenzó siendo una recesión provocada por la necesidad de ajuste en una economía que acumulaba grandes desequilibrios macroeconómicos está mutando en una franca depresión económica ", escribió.














