
El recrudecimiento de las tensiones comerciales, la inestabilidad en Medio Oriente, la volatilidad del mercado de valores y la caída de los rendimientos de los bonos indican que la recesión está a la vuelta de la esquina; y sin embargo el oro, que es el activo refugio mundial, está de capa caída.
Desde que la guerra comercial entre EE.UU. y China dio un giro para peor a principios de este mes, el precio del metal amarillo se mantuvo estable. Ese desempeño es aún más sorprendente teniendo en cuenta que muchos inversores esperan que la Reserva Federal de Estados Unidos recorte las tasas de interés este año como manera de abordar los temores vinculados a una desaceleración del crecimiento global. Como activo que no genera intereses, el oro generalmente se beneficia cuando las tasas son bajas o retroceden.
Además, las continuas compras de oro por parte de los bancos centrales hicieron poco por elevar el precio del metal, que se mantiene cerca de los u$s 1280 la onza troy. En abril, el banco central de China sumó oro a sus reservas por quinto mes consecutivo. El Banco Popular de China informó que las reservas en el metal aumentaron a 61,1 millones de onzas el mes pasado, un incremento de 480.000 onzas comparado con marzo, y llevó sus tenencias totales de oro a cerca de u$s 78.300 millones.
Los bancos centrales del mercado emergente se convirtieron en algunos de los mayores compradores del mercado de oro en un intento por diversificar sus reservas. El año pasado, dichas entidades, lideradas por Rusia, compraron más del metal amarillo el año pasado que en cualquier otro momento desde que EE.UU. decidió salir del patrón oro en 1971, con operaciones por un valor de u$s 27.000 millones.
Por lo tanto, la pregunta es qué es lo que está pinchando el oro y qué explica su apático desempeño? Un factor es la solidez del dólar estadounidense; otro es la débil demanda proveniente de los inversores.
En este momento, el dólar —y no el lingote— es visto como el mejor lugar donde resguardar el dinero mientras recrudece la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Esto en parte refleja la resiliencia de la economía norteamericana frente a la desaceleración del crecimiento global y la creencia de que China será el que más se perjudique en la pelea arancelaria.
Lo que no ayuda al mediocre desempeño del metal es la persistente venta por parte de los fondos cotizantes respaldados por oro.
Si bien esa venta no ha sido particularmente agresiva, las tenencias aún son 930.000 onzas inferiores desde principios de año. La mayor parte de las ventas provino de fondos con sede en Estados Unidos, según UBS, si bien se vieron compensadas por las compras en el Reino Unido en medio de la mayor incertidumbre en torno al Brexit.
La indiferencia que muestran los inversores hacia el metal precioso también es evidente en los últimos datos provenientes de Comex, la bolsa de futuros de metales. La posición larga neta cayó casi 4 millones de onzas o 28% en la semana hasta el 21 de mayo. Actualmente se ubica en 27% del máximo histórico de 37,2 millones, según UBS.
Por lo tanto, ¿qué podría ayudar a que el metal brille otra vez? Capital Economics opina que los mercados de valores en EE.UU. y otros países van a recibir presiones significativas a fines de este año, cuando la economía más grande del mundo se desacelere y el crecimiento en otro países se mantenga bajo.
Si eso llegara a ocurrir, el oro y el dólar norteamericano probablemente suban a la par, tal como sucedió cuando los mercados de acciones se tambalearon a fines del año pasado. Con ese telón de fondo, el oro saldría de la depresión y saltaría decididamente más allá de u$s 1300 para deleite de los fanáticos del oro en otros países.










