
Terminó la votación en Cataluña. Ahora empiezan los manejos políticos. Casi uno de cada tres catalanes 2,3 millones según el resultado final participó el domingo de la consulta separatista informal para la región norte de España. El referéndum siguió adelante a pesar de las protestas en Madrid y a que un tribunal constitucional español formalmente había suspendido la votación.
Si bien todos los partidos que se oponen a la independencia públicamente expresaron su rechazo a la consulta, no sorprendió que más del 80% de los votantes apoyan separarse de España.
Es probable que las próximas semanas se observe un nítido cambio de tono dentro del campo separatista catalán. Hasta ahora, los líderes políticos en Barcelona se las habían arreglado para ocultar sus diferencias, dejando de lado las viejas rivalidades en un esfuerzo por sostener un frente unido contra Madrid.
Sin embargo, con las decisiones cruciales que pronto tendrán que tomar sobre el futuro de la campaña, los lazos que han mantenido unida una alianza inusualmente dispar serán puestos a prueba como nunca.
Artur Mas, el presidente catalán, es conciente de los riesgos políticos que se vienen. En medio de los festejos del domingo a la noche, pidió que la campaña independentista se mantenga unida. "Cuando estamos juntos, podemos avanzar. Ese es el mensaje de debemos tener en mente", afirmó.
El forcejeo político en Barcelona estará dominado por dos protagonistas: Mas, que encabeza el movimiento conservador y moderadamente nacionalista Convergència i Unió (CiU), y Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, un partido de izquierda que apoya la independencia.
Ambos concuerdan en que el próximo paso lógico para la campaña catalana es realizar pronto una elección regional, pero difieren totalmente sobre cómo hacerlo.
Josep Rull, secretario general de CiU, describió la estrategia del partido antes de la consulta del domingo: "Haremos una elección común, supervisada por el estado con todas las garantías democráticas, y transformaremos eso en un referéndum. ¿Cómo? Nuestra propuesta es formar una gran lista nacional de candidatos que tenga la capacidad de ganar una mayoría absoluta y con un programa electoral: Si ustedes votan por nosotros, nosotros tendremos el mandato de lograr la independencia."
Pero los líderes de Esquerra afirman que con una lista conjunta de CiU y Esquerra se corre el riesgo de diluir, y no impulsar, el apoyo a la independencia. Anna Simó, líder del grupo parlamentario de Esquerra, comentó: "No está claro si una única lista encabezada por Artur Mas obtendrá más respaldo que si hay dos listas separadas, especialmente en zonas como Barcelona metropolitana. Creemos, a priori, que la diversificación es buena".
Este desacuerdo puede parecer táctico, pero en el fondo tiene que ver con quién debería estar al timón de la campaña independentista catalana. CiU quiere una lista conjunta encabeza por Mas, lo que le permitiría seguir siendo el líder de facto del movimiento y efectivamente entregarle al presidente catalán otro mandato. Sin embargo, si Esquerra y CiU se mantienen separados, hay una gran probabilidad de que el partido de izquierda y Junquras salga victorioso.
Pero mantener la unidad en el campo independentista no es el único desafío que enfrenta Mas. El domingo a la noche, otra vez pidió negociaciones con Madrid, pero los efectos políticos colaterales del referéndum podrían alejar aún más ese proceso.
Mariano Rajoy, primer ministro de España, se ve debilitado a raíz de una serie de escándalos de corrupción que golpean su partido. También se lo acusa de haber manejado en forma deficiente la votación catalana. Pese a vociferar su firme oposición al proceso, Rajoy finalmente no impidió que se llevara a cabo, una actitud que enojó tanto a defensores como a opositores de la independencia catalana.
Son pocas las probabilidades de un acuerdo político entre el gobierno español y los partidos catalanes. "Acá en Madrid el gobierno habla de legalidad. En Barcelona, hablan del derecho a decidir su propio futuro. Lo que está faltando es la habilidad y el coraje para acercar esos dos discursos", señaló ángel Pascual-Ramsay, de la escuela de negocios Esade.











