Los países europeos deberían dejar de comprar petróleo y gas ruso si quieren que Washington endurezca las sanciones contra Moscú, según el jefe de energía de Donald Trump, quien aseguró que ese comercio financia la "máquina de guerra" de Vladímir Putin. Chris Wright, secretario de Energía de Estados Unidos, dijo al Financial Times que los países europeos deberían comprar gas natural licuado (GNL), gasolina y otros productos de combustibles fósiles estadounidenses para cumplir con los términos del acuerdo comercial entre EE. UU. y la UE, que obliga a los países europeos a adquirir u$s 750.000 millones en energía estadounidense para finales de 2028. "Si los europeos trazaran una línea y dijeran: ‘No vamos a comprar más gas ruso, no vamos a comprar petróleo ruso'. ¿Tendría eso una influencia positiva en que EE. UU. adopte sanciones más agresivas? Absolutamente", dijo en una entrevista previa a las conversaciones con su homólogo europeo en Bruselas esta semana. "Creemos que es bueno económicamente para Europa. Quieren tener proveedores de energía seguros que sean sus aliados, no sus enemigos... la otra razón es que un objetivo enorme de la administración Trump, y creo que también de la UE, es poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. Rusia financia su máquina de guerra con exportaciones de petróleo y gas natural, y si se corta la compra europea de esos recursos, se reduce su dinero". Bruselas presiona a Washington para imponer sanciones económicas más duras a Rusia con el fin de aumentar la presión sobre Putin, como parte de un esfuerzo diplomático para alcanzar un acuerdo de paz en Ucrania. Pero, a pesar de la creciente frustración por la negativa de Moscú a aceptar un alto el fuego temporal, el presidente Trump no ha impuesto sanciones adicionales a Rusia. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo el domingo a ABC que EE. UU. estaba "preparado para aumentar la presión sobre Rusia" siempre que Europa hiciera lo mismo. El gas ruso representó el 14% de las importaciones totales de gas fósil de la UE en 2024, según el centro de estudios Ember, una caída respecto de los dos quintos que representaba cuando Moscú inició la invasión de Ucrania en 2022. Sin embargo, marca un aumento del 18% en comparación con 2023, debido principalmente a mayores envíos de GNL ruso. Bruselas está elaborando normas legales para eliminar gradualmente el petróleo y el gas ruso hacia 2028, aunque el plan enfrenta la oposición de Hungría y Eslovaquia, que continúan comprando gas ruso por gasoducto a menor precio. Wright tiene previsto reunirse el miércoles con el comisario europeo de Energía, Dan Jørgensen, para discutir los planes del bloque para desvincularse de la energía rusa y cómo planea comprar u$s 250.000 millones anuales en productos energéticos de EE.UU. También se encontrará con miembros del Parlamento Europeo, muchos de los cuales han pedido cambios en el acuerdo comercial UE-EE.UU., que consideran favorece a Estados Unidos. Wright, criticado por grupos ecologistas como el "fracker en jefe" de Trump y negacionista del cambio climático, afirmó que las normas climáticas de Bruselas y su "cruzada" para lograr emisiones netas cero de gases de efecto invernadero para 2050 representan una gran amenaza para el acuerdo comercial UE-EE.UU. El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), la Regulación sobre Metano y la Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa (CSDDD) crearían "enormes riesgos legales" para las empresas estadounidenses que vendan combustibles fósiles en Europa, a menos que realizaran "modificaciones masivas", advirtió. "Todas las negociaciones comerciales se vendrían abajo si Europa o EE.UU. no cumplen con su parte del acuerdo... por eso creo que esas regulaciones amenazan de forma significativa la capacidad de implementar el acuerdo alcanzado", dijo Wright. "La meta de emisiones netas cero para 2050 es un colosal descarrilamiento... un programa monstruoso de empobrecimiento humano y, por supuesto, no hay manera de que suceda". Algunas grandes empresas estadounidenses se oponen a la CSDDD, que comenzará a aplicarse en 2027 y obligaría a las compañías de la UE y no pertenecientes a la UE con una facturación significativa en el bloque a garantizar que sus cadenas de suministro no perjudiquen al medioambiente ni a los derechos humanos. El mes pasado, Exxon dijo que la regulación amenazaba a las empresas estadounidenses con "sanciones aplastantes" y pidió a la administración Trump usar las conversaciones comerciales UE-EE.UU. para combatirla. El CBAM, el primer impuesto fronterizo al carbono del mundo, entrará en vigor en enero e impondrá un costo de carbono a los bienes importados en la UE en función de sus emisiones de gases de efecto invernadero incorporadas. La regulación sobre metano de la UE, que entró en vigor el año pasado, impondrá gradualmente reglas estrictas a los importadores de GNL que busquen reducir emisiones de este gas de efecto invernadero. La UE ya ha comenzado a simplificar parte de su legislación climática bajo la presión de la industria pesada y de políticos de derecha. Pero este esfuerzo ha generado una reacción de los ambientalistas, quienes sostienen que si la UE flaquea en sus esfuerzos de descarbonización, otros países seguirán el mismo camino. Bruselas también ha instado a los Estados miembros a acelerar la instalación de energías renovables para reducir su dependencia de los combustibles fósiles importados. La energía renovable representa alrededor de una cuarta parte del consumo final de energía de la UE. Wright aseguró que la "exagerada visión activista del cambio climático" de la UE y su burocracia "excesiva" han debilitado su seguridad energética, provocado desindustrialización y disparado los precios de la energía para los ciudadanos. Esta cruzada, dijo, ha abierto una gran brecha de riqueza entre Europa y EE.UU. en los últimos 15 años, lo cual es "desgarrador de ver", y añadió que intentará vender la visión de la administración Trump a Europa. "Soy anglófilo. Amo el papel de Europa en la historia, la cultura y todo lo demás, y ver cómo reduce su influencia en el mundo, disminuye su capacidad de ser un aliado fuerte de Estados Unidos y recorta las oportunidades para los ciudadanos de los países europeos".