
Los cinco trimestres seguidos de desaceleración económica sorprendieron a las autoridades que fijan políticas en Rusia y desataron un nuevo debate sobre la sensatez de las políticas económicas ultraliberales que han sido el sello distintivo del gobierno de Vladimir Putin.
Rusia fue una de las economías con mayor crecimiento de Europa el año pasado y tanto el desempleo como la inflación se encuentran en los niveles más bajos de la historia. Pero la expansión prácticamente se ha detenido en los primeros tres meses de este año.
El gobierno ya recortó en una tercera parte su pronóstico de crecimiento de 2013, a 2,4%. La economía creció en marzo 0,5%, pero el primer ministro Dimitri Medvedev, ayer advirtió que debido al retroceso de los precios de los commodities la economía podría caer en recesión a fines de este año.
Los banqueros de Moscú concuerdan en que las señales de desaceleración son abundantes. Sergei Monin, presidente del directorio de Raiffeisen Bank en Rusia, señaló que el menor crecimiento de los préstamos corporativos este año y la contracción de los préstamos para capital de trabajo de corto plazo, son claros indicios de que nos dirigimos hacia una desacleración económica.
Eso es precupante para el Kremlin. Garantizar crecimiento económico a cambio de pasividad política ha sido el modus operandi del Kremlin bajo la presidencia de Putin, que ahora enfrenta un menor popularidad. Según una encuesta del 10 de abril, al 55% de los rusos les gustaría ver un nuevo presidente para las elecciones de 2018.
Durante la última década, fue fácil garantizar expansión económica gracias a la fortuita combinación de subas en los precios del petroleo (que se cuadruplicaron) y capacidad económica ociosa sin usar proveniente de la devastación provocada por la crisis de los noventa, cuando el PBI cayó más del 50%.
Los economistas aseguran que la política monetaria ajustada y la disciplina fiscal permitieron ordenar las caóticas finanzas estatales, estabilizar el rublo y bajar la inflación a niveles manejables.
Sin embargo, esas políticas liberales ahora son el corazón de las críticas de los estatistas conservadores que aseguran que la economía moribunda es el resultado de recetas liberales.
Ya se anularon algunos de los pilares del modelo liberal. Los gastos de defensa, que estuvieron suspendidos durante gran parte del gobierno de Putin, se empezaron a reforzar en 16%, como parte de un programa de rearme cuyo costo está previsto en 23.000 billones de rublos (u$s 317.000 millones) en diez años, según un reciente estudio del Stockholm International Peace Research Institute.
Los liberales sostienen que los conservadores están aprendiendo las lecciones equivocadas que deja el estancamiento económico, el cual no es el resultado de políticas erradas sino del hecho de que la capacidad productiva económica de Rusia es limitada.











