Los precios al consumo en Estados Unidos subieron a un ritmo anualizado del 9,1% en junio, marcando un nuevo máximo de 40 años y consolidando las expectativas de que la Reserva Federal realice otra gran suba de tasas este mes. Es probable que los datos estimulen los esfuerzos del banco central estadounidense por restablecer la estabilidad de los precios, que se intensificaron drásticamente el mes pasado después de que los funcionarios abandonaran los planes de realizar un alza de tasas de medio punto y, en su lugar, aplicaran el primer aumento de 0,75 puntos porcentuales desde 1994. Los responsables políticos también han señalado su intención de subir las tasas hasta un nivel que empiece a frenar la actividad económica a fines de año -que se estima en torno al 3,5%- y mantener un enfoque agresivo en el endurecimiento de la política monetaria hasta que haya pruebas de que los datos mensuales de la inflación se desaceleran hacia un ritmo más coherente con el objetivo del 2% de la Fed. La Administración Biden, cuya popularidad se ha desplomado en el contexto de inflación disparada, advirtió esta semana que el reporte de junio sería "muy elevado", pero trató de restar importancia a la aceleración, subrayando que los datos cubren un periodo anterior a la fuerte caída de los precios de la energía. El crudo Brent, la referencia internacional del petróleo que había subido hasta casi u$s 140 el barril a principios de marzo tras la invasión rusa de Ucrania, se desplomó esta semana por debajo de los u$s 100 el barril. El martes por la tarde circuló por Internet una versión falsa del informe de junio en la que se afirmaba que los precios habían subido a un ritmo anual del 10,2%, lo que obligó a la Oficina de Estadísticas Laborales a desacreditarlo públicamente. En caso de que la Fed suba las tasas en otros tres cuartos de punto porcentual en su reunión de julio, como se espera, el rango objetivo de la tasa de los fondos federales aumentará hasta el 2,25 al 2,50%. Junto a estas acciones, que incluyen la reducción de su balance de u$s 9 billones, la Fed ha intensificado su retórica no sólo sobre su compromiso "incondicional" de reducir la inflación, sino también sobre lo que está dispuesta a arriesgar en términos de recuperación económica para lograrlo. Aunque la demanda de trabajo se ha mantenido extremadamente fuerte, con la creación de otros 372.000 puestos de trabajo sólo el mes pasado, los economistas temen que el impulso se reduzca pronto, ya que la economía estadounidense se precipita hacia una recesión en algún momento del próximo año. La Reserva Federal ya ha empezado a reconocer que el desempleo tendrá que aumentar, y recientemente ha pronosticado que el subirá del actual nivel históricamente bajo del 3,6% a algo más del 4% a finales de 2024. Muchos economistas creen que una estimación más precisa se sitúa en torno al 5%, lo que se traduce en una pérdida de empleo mucho mayor.