
Desde su oficina de Nueva York en la casa matriz mundial de JPMorgan Chase, el número uno del banco, nos comentaba: Seguimos teniendo volatilidad e incertidumbre, y mayormente eso se debe a que metimos la pata muchas veces. Nos desmoralizamos y la confianza es reducida y, con un poco de suerte, vamos a recuperarnos.
En los últimos tres años, los bancos fueron castigados no sólo por Washington porque se consideró que se manejaron con imprudencia y engañaron a sus clientes, y luego provocaron una severa recesión.
Pero JPMorgan, más que otras entidades, trató de contrarrestar esa percepción haciendo hincapié en que el banco es útil en la castigada economía y que hasta los instrumentos complejos tienen un verdadero propósito. Desde que comenzó la crisis, nuestra compañía captó y prestó trillones de dólares a personas y compañías; estamos colocando ofertas iniciales de acciones, apoyando a pequeñas empresas, abriendo cuentas corrientes, armando nuevas sucursales, contratando miles de empleados, agregó Jamie Dimon.
Sin embargo, los bancos tienen problemas para determinar qué negocios crecerán y cuáles se achicarán en medio de una numerosas regulaciones provenientes, en parte, de la Ley estadounidense Dodd-Frank y, en parte, de las normas de capital Basilea III que rigen en todo el mundo.
Después de haberse agrandado anticipándose a una fuerte recuperación económica, gran parte de Wall Street ahora se está achicando y teme que las regulaciones sean más severas de lo previsto.
Relajado, Dimon aseguró que ve una injusticia. Las autoridades que fijan políticas en Estados Unidos, afirmó, traicionaron a los bancos. Está repleto de países contentos con los cambios que se están implementando en Norteamérica. Se dan cuenta de que puede haber enormes beneficiarios. Estoy hablando de China, India, Singapur, Japón. No quisiera ver, dentro de veinte años, que EE.UU. se pregunte ¿qué pasó?; ¿cómo puede ser que los ganadores del mercado están todos fuera de Estados Unidos?, dijo.
Mientras tanto, la relación cada vez más distante entre políticos y líderes del sector financiero, sostuvo Dimon, también originó sus propios problemas.
En la década de los noventa, Larry Summers como secretario del Tesoro supuestamente llamó a una reguladora y le contó que tenía 13 altos ejecutivos de bancos en su oficina que aseguraban que las normas propuestas para derivados podían crear un caos económico. Un encuentro de reguladores, bancos e inversores podría marcar el comienzo de una gran negociación sobre el futuro de la financiación de hipotecas, aseguró Dimon.
En una recuperación normal, algunos de estos temas perderían importancia. Un resurgimiento del mercado de viviendas no sólo elevaría las ganancias de los bancos y amortiguaría el impacto de la regulación, sino que también frenaría los juicios que azotaron a la industria. Si los títulos valores respaldados por hipotecas mejoran su desempeño, habrá poco incentivo para iniciar acciones contra los bancos por haberlos armado mal.
La regulación, los litigios y la anémica recuperación se combinaron para provocar una fuerte liquidación de acciones de bancos. En lo que va del año, JPMorgan cayó 25,1%. Este penoso desempeño es mejor a la mayoría de sus rivales. Bank of America retrocedió 48,5% y Citigroup 45,2% and Morgan Stanley 46,2%.
Sin embargo, pese a sus quejas, Dimon tiene fé en el futuro y reconoce que podría haber ventajas para un banco grande y diversificado.
Quizás sea demasiado optimista en este punto pero creo que tenemos un buen negocio después de haber hecho los ajustes, además de ser más estable, concluyó.











