El peligroso vínculo entre China y Rusia desafía el orden mundial actual

Occidente desestima la alianza antioccidental y antiestadounidense que se está gestando entre Moscú y Pekín

En los anales de las equivocaciones de la inteligencia occidental, el hecho de no darse cuenta de la ruptura chino-soviética en las frígidas profundidades de la Guerra Fría cobra mucha importancia. Si bien un pequeño grupo de funcionarios heréticos de la CIA señalaba las pruebas cada vez más contundentes desde fines de la década de 1950 en adelante, los sucesivos gobiernos de Washington y otros países se negaron a creer que los dos miembros más importantes del bloque comunista realmente se odiaran entre sí. Recién cuando China y Rusia libraron una guerra a lo largo de la frontera entre Siberia y Manchuria en 1969 los escépticos finalmente aceptaron que el cisma era real.

 

Hoy Occidente corre el riesgo de cometer el error opuesto al desestimar la alianza antioccidental y antiestadounidense que se está gestando entre Moscú y Pekín. En una conferencia celebrada en Singapur en junio, Jim Mattis, secretario de Defensa de Estados Unidos, habló sobre una no convergencia natural de intereses entre Rusia y China, y su convicción de que ambos países tenían más en común con Estados Unidos que entre sí.

Esta idea de que Rusia y China nunca pueden llegar a ser realmente amigos es tan errónea y peligrosa como el dogma de la Guerra Fría que pintó el comunismo global como un monolito inquebrantable.

A pesar de que muchos en Occidente ignoran o hacen caso omiso de los lazos cada vez más estrechos entre ambos países, los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping llegaron a extremos desmesurados de elogiarse mutuamente, en el marco de un "bromance" incipiente.

Según Putin, Xi es el único líder extranjero con el que celebró su cumpleaños, con un vaso de vodka y un plato de salchichas. Por su parte, Xi se refirió hace poco al presidente ruso como su "mejor y más íntimo amigo" al presentarle la primera medalla de la amistad de China.

Es sencillo desestimar todo esto considerándolo una postura superficial, pero estos gestos entre autócratas revisten una importancia inmensa en sus respectivos sistemas. Los dos dirigentes se reunieron al menos 26 veces desde que Xi hizo su primer viaje al exterior a Moscú en 2013, en calidad de líder supremo.

Es cierto que el ego de Rusia se vio afectado por la evidente inversión de roles, desde la ex Unión Soviética como "hermano mayor" al de la actual Rusia como "hermano menor". Pero China tuvo especial cuidado para salvar el orgullo de Moscú al hablar de ambos como pares, masajeando el ego de Putin y ofreciendo jugosos contratos a muchos de sus confidentes y asesores.

Si bien es muy desigual -la economía de Rusia equivale a aproximadamente una décima parte de la de China-, la relación económica de los países es fundamental para ambas partes. China es el mayor importador mundial de petróleo crudo; Rusia fue el mayor proveedor de China el año pasado y Pekín prestó decenas de miles de millones de dólares a Moscú para garantizar futuros suministros de petróleo y gas.

Fundamentalmente, desde la perspectiva de Pekín, no hace falta que las importaciones de petróleo de Rusia viajen en barco a través de puntos conflictivos estratégicos, como el Estrecho de Malaca o el Golfo de Adén, que el ejército de Estados Unidos puede cerrar fácilmente.

Pero aún más importante que el conflicto económico es la relación militar entre los vecinos. En su primer viaje al exterior en su nuevo cargo en abril, Wei Fenghe, ministro de Defensa de China, visitó Moscú con un mensaje muy directo: "Las autoridades chinas vinieron a mostrar a los estadounidenses los lazos estrechos entre las fuerzas armadas de China y Rusia", dijo el funcionario a su homólogo. "Vinimos a prestar apoyo".

De nuevo, no se trata sólo de retórica amistosa. Hasta hace poco, las naves de guerra chinas no se habían desviado de la costa del país durante siglos, pero en la actualidad sus buques de guerra realizan prácticas conjuntas permanentes con Rusia desde el Mar de Japón hasta el Mediterráneo. Durante décadas, Rusia se resistió a vender su equipamiento militar más avanzado a China, pero ahora abandonó esa política. En mayo, Pekín desplegó el último modelo de aviones de combate rusos en una demostración de fuerza sobre la democrática y autogobernada isla de Taiwán.

El factor común más importante entre los dos es de índole ideológica. Xi y Putin son hombres fuertes que comparten una aversión al gobierno representativo y un profundo temor a que algún día se los expulse de sus cargos por una "revolución del color" respaldada por Estados Unidos. Su fuerte aferramiento se basa tanto en la antipatía hacia Estados Unidos y el orden global dominado por este país como en sus crecientes intereses en común. Esto ofrece a Washington una oportunidad para crear divisiones entre ellos antes de que su alianza se vuelva inquebrantable.

La incapacidad de aceptar la realidad de la ruptura chino-soviética a principios de los años sesenta permitió que la denominada "teoría del dominó" -la idea de que el comunismo global debía ser confrontado en todas partes para detener su propagación- se convirtiera en ortodoxia en Washington. Si Estados Unidos hubiese intentado acercarse a China una década antes de lo que lo hizo durante la presidencia de Richard Nixon, tal vez los horrores de la guerra de Vietnam y la Revolución Cultural de China podrían haberse evitado.

Gracias a su continuo crecimiento y su evidente ambición de suplantar a Estados Unidos, China representa un desafío mucho más grande a largo plazo para Estados Unidos que Rusia. Nada menos que Henry Kissinger -el arquitecto de esa reconciliación con China en 1972- aconsejó a Donald Trump que aplicara una "estrategia nixoniana a la inversa" tratando de amigarse con Moscú y aislar a Pekín.

Dada la investigación actual sobre una posible complicidad con Rusia, al presidente de Estados Unidos le será casi imposible implementar con éxito dicha estrategia. Pero las instituciones estadounidenses, y quien sea que suceda a Trump en la presidencia, deben reconocer cuán grave es la amenaza que la naciente alianza chino-rusa representa para los intereses de Estados Unidos y el orden mundial actual.

Temas relacionados
Más noticias de China

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés