

No es por casualidad que la costa tunecina en general, y la región en la que se localiza la capital en particular, haya sido desde hace milenios una tierra disputada por los pueblos mediterráneos.
Fenicios, romanos, árabes y europeos pasaron, y se asentaron siempre que pudieron, en este país de agricultura rica, clima benigno y una luz que invita a disfrutar de la vida.
La reapertura el año pasado del Museo del Bardo, una de las mejores colecciones de arte antiguo del mundo, así como también del Tourbet de la medina vuelven a colocar a Túnez Capital en el radar de los viajeros que buscan una escapada buena, bonita y barata para un fin de semana largo.
Aunque las posibilidades son casi infinitas, estos son los diez lugares que no hay que perderse en Túnez capital y alrededores, una ciudad que queda más cerca para los españoles que París, Ámsterdam o Berlín.
Los diez lugares que no hay que perderse en Túnez

Paseos por la Medina
Ducho tiempo la segunda ciudad más importante del norte de la África musulmana con sus más de 100.000 habitantes, solo por detrás de El Cairo, la medina fue nombrada en 1979 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El casco histórico de la capital tunecina es un museo vivo y al aire libre cuya vida se organiza en torno a la gran mezquita Zitouna, que data del siglo noveno y fue una de las primeras levantadas en el norte de África.
Compras en los zocos
Como ocurre tradicionalmente en las ciudades de origen árabe, el comercio tradicional suele organizarse según los oficios en torno a zocos dispuestos alrededor de la mezquita más importante. En la median de Túnez destaca el de El Attarine dedicado a la venta de perfumes y aceites, en especial los de jazmín, la flora nacional.
Otros zocos muy interesantes son el Ech-Chaouachine, especializado en la venta y fabricación de la Chechia, el tradicional gorro masculino generalmente de color rojo, o el de El Bey dedicado a los metales preciosos.
Historia local en Tournet El Bey
El mausoleo de Tournet El Bey, el mayor de Túnez, alberga los restos de los soberanos de la dinastía local husainita y es una cita imprescindible para quienes quieran conocer en profundidad la historia de esta república que hasta mediados de siglo fue colonia francesa después de haber sido parte del Imperio Otomano.
Por callejuelas irregulares que de la medina se enconden nada menos que 700 monumentos entre madrasas, mezquitas o palacios.
Beber y comer
Aunque toda la medina está llena de pequeños restaurantes de comida local y rápida, el Café Mrabet, a pocos pasos de la mezquita Al-Zeituna, es una joya por visitar.
Abierto en el siglo XVII fue uno de los primeros en servir café en el norte de áfrica como bebida social, y no solo como medicina, siendo sus primeros clientes las tropas y políticos turcos que gobernaban en la época la ciudad. Cómodo, limpio, con precios público y cartas y wifi con buena conexión.
Por esta zona hay otros muchos restaurantes locales y de comida rápida. El cuscús, los tajines, que en Túnez es quiche gratinado a base de carne y de verduras (no tiene nada que ver con el tajine marroquí que es un guiso de cordero), o la chakchouka (asado de carne) son platos típicos del país.
La Kashba
En la zona alta de la medina, es encuentra la Kashba de la ciudad, donde actualmente se localiza el edificio moderno del ayuntamiento levantado sobre un antiguo fuerte de la dinastía Hafsi. La plaza ofrecer vistas de la ciudad y se alcanza a ver el mar, un buen lugar para descansar y tomar un café.
El barrio afrancesado
Y es que los atractivos de la capital de Túnez no se limitan a su medina musulmana. En su parte baja, frente a la Puerta de Francia (también conocida como Bab al-Bahr en árabe) en el límite del casco antiguo y en dirección al mar se extiende la urbe construida por los franceses.
La Avenida de Francia y la Avenida Bourguiba son la columna vertebral de este barrio de edificios coloniales franceses, donde se encuentran los hoteles de mayor tamaño y la zona de negocios de la ciudad, y donde se puede palpar el pulso de la sociedad tunecina contemporánea.

Museo del Bardo.
Es uno de los más importantes del mundo especializado en las culturas mediterráneas. Reabierto el año pasado, su colección abarca desde piezas fenicias hasta arte musulmán pasando por el periodo romano con una de las mejores colecciones de mosaicos del mundo.
Una visita tan imprescindible como recomendable hacerlo con algún guía para poder disfrutarla plenamente ante la falta de audioguías.
Las ruinas de Cartago
A una decena escasa de kilómetros del centro de la ciudad, y a orillas de un mediterráneo de azul intenso, se levantó durante siglos la cuidad púnica de Cartago.
Capital de un imperio marítimo que dominó el comercio en el este del Mare Nostrum aún se pueden visitar el puerto y la ciudad púnica de Byrsa, además de testimonios de esta civilización en el Museo Nacional de Cartago. La herencia romana está mucho mejor conservada.
El sitio arqueológico de Cartago, donde se conserva un anfiteatro o las Termas de Antonino son solo algunos de los puntos de interés que se encuentran en torno a la zona arqueológica de la localidad costera.
Sidi Bou Said, la ciudad azul
En el municipio moderno de Cartago, y en la vecina La Marsa, las antiguas villas romanas han sido sustituidas por viviendas de la clase media y alta actual de la capital tunecina.
Justo en el límite de ambas localidades se encuentra Sidi Bou Said, población de casas blancas y azules fundada por los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos, y destino tanto de viajeros internacionales como lugar de excursión de día de los tunecinos.
También cuenta con una pequeña playa que, junto con los más extensos arenales de La Marsa son perfectos para relajarse y darse un baño de mar la mayor parte del año.
Monastir y el Coliseo de El Djem
A 250 kilómetros al sur de la capital, en la localidad de El Djem se levanta el tercer mayor anfiteatro romano del mundo. En la misma ruta, pero más cerca de la capital, se encuentra Monastir, ciudad natal de Bourgiba, el primer presidente del Túnez independiente.
Aunque sin duda el más espectacular es el Ribat, una fortificación del siglo IX desde la que monjes-soldados musulmanes vigilaron la costa durante ese tiempo. En él se grabaron algunas escenas de La vida de Brian (1979).
Dos lugares de interés en combinación que puede visitarse en excursión desde la capital, aunque pernoctar en Monastir es una buena opción para quien tenga la posibilidad.
Datos importantes sobre Túnez antes de viajar
- La moneda tunecina es el dinar. Un euro equivale a 3,30 dinares. Hay cambio en el aeropuerto y en las zonas céntricas de la ciudad. No es legal sacar dinares del país, pero se pueden cambiar los sobrantes por euros siempre que se haya guardado el recibo del banco.
- Una tarjeta SIM local con datos para una semana cuesta alrededor de 12 euros, y es necesario presentar pasaporte para obtenerla.
- El taxi del aeropuerto a la medina o la zona central de la ciudad precio máximo de 40 dinares. La app de movilidad Bolt opera en el lugar.
- No hace falta visado ni vacunas para visitar el país hasta 30 días.
- Los enchufes y la electricidad es la misma que en España. No hace falta ningún adaptador.
- La situación sanitaria es buena, pero es recomendable contratar un seguro médico o comprobar si la tarjeta de crédito con la que se abonó el vuelo y los hoteles incluye alguna cobertura, aunque sea pequeña, para pequeños accidentes e indisposiciones.

















