

Hay quienes dicen que es un pequeño milagro. El séptimo arte es un esfuerzo colectivo que conjuga el trabajo del director, productores, equipo técnico y actores. Sumado a que, fuera de la maquinaria industrial, muchas películas cuentan con presupuestos acotados que pueden limitar diferentes aspectos antes, durante o después del rodaje. Pero para muchos realizadores, esto no es una restricción, sino una oportunidad para explorar otras formas de narrar. Son precisamente estas limitaciones las que hacen que el cine argentino se destaque en otras latitudes.
Por estos días, en el marco del Festival Internacional de Cine de Huelva, se está proyectando una de las cintas más interesantes que este país de América Latina ha producido en tiempos recientes. Gatillero (2005), dirigida, coescrita y montada por Cris Tapia Marchiori, es una de las revelaciones de este año. La misma estará disponible hasta el domingo 23 de noviembre para ver a través del catálogo de Filmin, el servicio de streaming español de cine y series.

Este filme de acción narra la historia de “El Galgo” (Sergio Podeley), un exconvicto que acepta un trabajo de “La Madrina” (Julieta Díaz), su antigua jefa. Pero algo sale mal y, lo que parecía ser un encargo simple se convierte en una odisea para escapar con vida de un barrio donde la única ley es la que imponen los narcotraficantes.
“Lo que surge primero es la idea de querer hacer una película para Sergio [Podeley], que es un gran amigo mío y entiendo las habilidades que tiene, tanto físicas como actorales”, cuenta Cris Tapia Marchiori, entrevistado por El Cronista. “Yo tenía la idea de un personaje que escapaba de la [villa miseria], pero quería llevarla a un plano secuencia”.
Escape de la Isla Maciel
El rasgo que caracteriza a Gatillero es que está contada en una única toma que se prolonga por 80 minutos y, en la gran mayoría del metraje, sigue a “El Galgo” mientras intenta salir con vida de persecuciones y tiroteos. Rodada en la Isla Maciel, un barrio ubicado a las afueras de la Ciudad de Buenos Aires, la geografía de este lugar se convirtió en el laberinto perfecto del cual el protagonista debe escapar.
Si bien no fue el primer lugar que tuvo en mente, Tapia Marchiori asegura que rápidamente entabló una buena relación con “Cachito”, el puntero [referente del barrio] y el resto de los vecinos. “Lo que hicimos ahí fue arreglar y armar una ciudad para nosotros”, indicó, algo que terminó por ayudar al equipo de filmación a llevar a cabo la visión que tenía para el filme.
Toda esa coreografía precisa que llevó a la realización de esta película -la cual se puede ver en parte a través de su cuenta oficial de Instagram- llevó un tiempo. Antes de que existiera un plan de rodaje, el director preparó un calendario y dos maquetas en vídeo, las cuales serían la base para las tomas que luego serían recreadas en el producto final. “Ensayamos un mes y medio todo a la perfección y después, en la locación con el equipo y el elenco, la repasamos”, cuenta el director.
Este plano secuencia, sin embargo, no fue realizado en tiempo real, sino que se construyó a partir de varias tomas en diferentes días de grabación, con transiciones ocultas que permiten dar una sensación de continuidad. “Es difícil precisar en cuántas jornadas se filmó, porque algunas jornadas no sirvieron, otras fueron de ensayo y de otras sirvieron algunas partes”. Rodar de esta forma también se debió a una cuestión de seguridad; debido a que varias escenas utilizan revólveres de fogueo, se debe establecer un mínimo de distancia entre éste y el actor. “En las escenas en que se le apoya el arma a alguien, decidimos hacer cortes escondidos y ahí cargar las balas”.
Balas sobre el barrio
Argentina no se caracteriza por producir cine de acción. De hecho, se pueden contar con la mano las películas de este tipo que se han producido en los últimos 30 años. Esto convierte a Gatillero en un animal único: no solo se destaca en lo técnico, sino que es la prueba de que no se necesita un gran presupuesto a la hora de producir género.
Para poder crear este universo, Tapia Marchiori buscó inspiración en diferentes lugares. Desde cintas tailandesas protagonizadas por Tony Jaa hasta el western. En este último apartado destaca Un oso rojo (2002) de Israel Adrián Caetano, probablemente la mejor adaptación de este género que se haya hecho en Argentina. También trabajó con tres filmes contados en plano secuencia; Atenea (Athena, 2022) de Romain Gavras; Victoria (2015), de Sebastian Schipper; y 1917 (2019) de Sam Mendes.
Todo eso contribuyó para crear una película que es, en lo conceptual, oscura. “El Galgo”, recién salido de la cárcel, busca realizar un último trabajo -tropo recurrente en el film noir-, pero lo que encuentra es un camino lleno de trampas, donde puede encontrar su final a la vuelta de la esquina. “En Gatillero, ninguna institución funciona y la única persona inocente termina muerta”, menciona el realizador. “Es una película negra que refleja las ‘no segundas oportunidades’, qué sucede cuando hay una ausencia del Estado y los vecinos tienen que convivir con el poder narco”.
Este pesimismo también está ligado al contexto político y social que se vive en la Argentina y en otras partes del mundo. La película hace una lectura sobre las instituciones y cómo se pueden trastocar. “Gana la ultraderecha y estamos viviendo los años del sálvese quien pueda. En el medio de todo está nuestro protagonista, un antihéroe que ya tiene la vida arruinada y la va a terminar entregando para llevarse a todos los narcos que pueda”.
Desde su estreno, Gatillero ha tenido diferentes lecturas, según del lado que se esté de la “grieta” política argentina. El director narró un momento que vivió cuando la película se estrenó en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici): “Una mujer que era fanática kirchnerista me acusó de libertario, y un libertario en la misma sala le dijo ‘pero no, si este es un kirchnerista que cuenta esta historia de kirchneristas’”. Si bien Tapia Marchiori está más cercano al discurso del peronismo, advierte que no le gusta el encasillamiento. “Estoy enojado con las instituciones y estoy enojado con la clase política. Por eso hago una película donde un tipo dice que la clase política nos abandonó”.
Haciendo correr la voz
Cris Tapia Marchiori remarca que este proyecto no podría haber sido posible sin las personas que creyeron en él desde el primer momento. “Pablo Udeño [de Dukkah Producciones] ya había confiado en Gatillero antes de que esté el guión. Cuando diseñé un gran calendario sobre cómo había que hacer la película, se lo presenté y le gustó. Ahí empezamos a escribir el guión con Clara Ambrosoni y largamos”.
Esa apuesta cobró sus frutos. Desde su estreno oficial en el Cinequest Film & Creativity Festival, el 21 de marzo de 2025, Gatillero ha recorrido el mundo y cosechado diversos premios, incluyendo mejor actor, mejor director y mejor película. Antes de participar del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, el filme tuvo su paso por el Festival de Cine Fantástico de Bilbao y el Festival de Cine de Acción de Toledo.
Para el director, el motivo por el cual tanto el público español como el de otros países se identifican con la cinta es porque es la historia de alguien que busca una segunda oportunidad y no se la dan. “La del antihéroe, esa persona de la que nadie espera nada y se quiere reivindicar, es una historia universal. Yo creo que eso genera un punto de conexión que trasciende cualquier frontera e idioma”.

Gatillero es una película producida por Dukkah Producciones y Perspectiva Producciones, dirigida por Cris Tapia Marchiori, con guión coescrito por él y Clara Ambrosoni. Está protagonizada por Sergio Podeley, Maite Lanata, Mariano Torre, Matías Desiderio, Ramiro Blas y Julieta Díaz.
Desde el pasado viernes 14 hasta el domingo 23 de noviembre, y por ser parte de la programación del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, estará disponible para ver dentro del catálogo de Filmin.










