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En 2005, cuando el mundo aún se comunicaba por SMS y los teléfonos inteligentes eran apenas un boceto de futuro, Carlos Zipilivan y un grupo de colegas decidieron fundar su propia empresa. Habían trabajado varios años en un estudio de desarrollo de software, pero sentían que era hora de crear algo propio, a su ritmo y con sus reglas.

Así nació Plusmo, una firma que apostó desde el inicio a la tecnología móvil y que hoy opera desde Buenos Aires y Madrid con una propuesta centrada en la conectividad empresarial.

"Queríamos tomar el control de lo que hacíamos. No ser una pieza dentro de una estructura más grande, sino construir algo con nuestra visión y valores", recuerda Zipilivan, actual presidente y el fundador de la compañía, en diálogo con El Cronista España.

La decisión fue audaz: enfocarse en servicios móviles cuando aún no existían ni Android ni iPhone, y mucho menos el ecosistema de aplicaciones y plataformas digitales que hoy forman parte del día a día.

El primer hito: millones de mensajes y una plataforma a prueba

Los primeros pasos fueron humildes. Una oficina compartida, un puñado de proyectos iniciales y muchas horas de desarrollo. Las primeras soluciones que ofrecieron eran de mensajería por SMS, marketing interactivo y sistemas de votación para televisión. Pero todo cambió con un encargo que les exigía enviar millones de mensajes en tiempo real.

Fue, según Zipilivan, el primer gran hito. Allí entendieron que la plataforma que habían construido tenía potencial real de escala. Ya no era un emprendimiento técnico, sino una infraestructura robusta capaz de competir con los grandes actores del mercado.

Con ese impulso, Plusmo empezó a crecer. Lo hizo de manera sostenida, sin sobresaltos ni promesas grandilocuentes. Se enfocaron en resolver problemas concretos de comunicación, integración y automatización, primero e la Argentina, luego en América latina y, finalmente, en Europa. Hoy trabajan con empresas de sectores muy diversos, desde bancos y aseguradoras hasta hospitales, gobiernos y compañías tecnológicas.

La llegada a España y un modelo sin jerarquías

España se convirtió con los años en uno de sus mercados clave. Varios integrantes del equipo se instalaron en Madrid, y desde allí coordinan proyectos locales e internacionales.

Zipilivan destaca que el ecosistema digital español presenta desafíos particulares, tanto en términos de interoperabilidad como en normativas de protección de datos, lo que obliga a estar en constante evolución técnica. Esa exigencia, asegura, fue uno de los motivos que los llevó a apostar por el país como base de operaciones.

A diferencia de muchas startups tecnológicas que buscan crecer en volumen, Plusmo mantiene una estructura deliberadamente pequeña: 17 personas con perfiles técnicos muy especializados, organizadas de forma horizontal.

"Nos gusta trabajar sin jerarquías rígidas, con autonomía y confianza mutua. Tomamos las decisiones en conjunto, discutimos mucho, y priorizamos siempre el aprendizaje y la mejora continua", explica el presidente de la firma.

Resolver problemas reales, sin hacer ruido

Actualmente, la empresa desarrolla soluciones de mensajería empresarial, pagos móviles, integración de APIs y firmware para dispositivos conectados. Todo el software es propio, lo que les permite adaptarse rápidamente a las necesidades de cada cliente y evitar depender de terceros.

Esa flexibilidad, sumada a una arquitectura modular y a la experiencia acumulada, les permite responder con agilidad a industrias altamente reguladas, como la sanitaria o la financiera.

Pero más allá del producto, lo que define a Plusmo es su forma de trabajar. "Nos interesa construir relaciones de largo plazo con los clientes. Que nos vean como un socio tecnológico de confianza, no como un proveedor más. Preferimos crecer en impacto, no en volumen. Que se nos recuerde por haber estado ahí cuando hacía falta resolver algo importante, aunque no salga en los titulares", afirma Zipilivan.

A casi veinte años de su fundación, Plusmo sigue siendo una empresa con espíritu artesanal, pero con proyección internacional. Desde el primer mensaje enviado por SMS hasta las integraciones con plataformas de pagos, su historia es la de una compañía que supo adaptarse, sin perder la esencia. Y que sigue construyendo futuro, una línea de código a la vez.