Llora la corona española | El Rey Juan Carlos I está siendo tratado por una nueva enfermedad desconocida
Los últimos chequeos médicos confirman lo inevitable: su movilidad no tiene posibilidad de mejora.
La salud del rey emérito Juan Carlos I ha encendido las alarmas en la Casa Real. Según fuentes cercanas, sus tres hijos, el rey Felipe VI, la infanta Elena y la infanta Cristina, se reunieron de manera urgente hace un mes en el Palacio de la Zarzuela para tratar un tema ineludible: el futuro del exmonarca y de la reina Sofía.
Ambos presentan problemas de salud relacionados con la edad avanzada, una realidad que ha llevado a la familia a tomar decisiones importantes de cara al futuro, en especial con la perspectiva que otorgan los hechos que precedieron el exilio del polémico exmonarca, Juan Carlos I, quien desde entonces ha residido en Abu Dabi.
Sin embargo, su progresivo deterioro físico y la distancia que lo separa de España se han convertido en un desafío, tanto emocional como logístico. La posibilidad de que el emérito fallezca lejos de su tierra natal sería un golpe simbólico para la monarquía española y para su hijo, el rey Felipe VI, quien está evaluando opciones para acercar a su padre en esta etapa crucial de su vida.
Con 86 años, Juan Carlos I enfrenta el ocaso de su vida bajo la sombra de su controvertido pasado y el deterioro de su salud. El rey emérito, quien jugó un papel crucial en la transición española hacia la democracia, ahora depende de tratamientos paliativos para sobrellevar sus dolencias. La familia real se prepara para lo inevitable, con la intención de que sus últimos días se desarrollen en un entorno más cercano y familiar.
La depresión y el diagnóstico médico: un golpe emocional para Juan Carlos I
El entorno del rey emérito también ha expresado preocupación por su estado anímico. Según los últimos informes médicos, Juan Carlos I deberá depender de una silla de ruedas de forma permanente, ya que sus problemas de movilidad no tienen solución.
Este diagnóstico ha afectado profundamente su moral, llevándolo a expresar en círculos privados que prefiere no enfrentar una vida completamente dependiente de terceros. Su ánimo se ha visto especialmente golpeado por la pérdida de las actividades que disfrutaba, como viajar y socializar.
A lo largo de los años, el rey emérito se sometió a varios tratamientos médicos avanzados, como terapias regenerativas con células madre y plaquetas, pero estos ya no ofrecen resultados efectivos. De esta forma, una enfermedad conocida muchas veces tachada de frívola y desconsiderada, -pero que nada tiene que ver ni con una ni con otra cosa- ha aparecido en el diagnostico: la depresión.
Las operaciones realizadas para tratar problemas en caderas y rodillas han dejado secuelas irreversibles que han marcado el final de su característica vitalidad y no es de sorprender que esto pueda tener consecuencias psicológicas importantes. Si bien el diagnostico es reservado, desde el Nac Cat señalan que esta nueva noticia mantiene en vilo a la familia y por mientras se resalta la importancia de las líneas de comunicación en España para la atención mental: 024.
Un regreso a España, ¿la mejor opción?
Expertos en la Casa Real, como Jaime Peñafiel, han señalado que la muerte de Juan Carlos I en el exilio representaría un golpe para la institución monárquica. Por ello, se está estudiando la posibilidad de que el emérito regrese a España o se establezca en un país cercano, como Portugal o Suiza, lo que facilitaría su cuidado y permitiría una mayor conexión con sus familiares.
Aunque no se contempla que vuelva a residir en el Palacio de la Zarzuela, ya se han hecho adaptaciones en el lugar, como la instalación de rampas y ascensores, para garantizar su comodidad en futuras visitas. También se especula que podría establecerse en una residencia privada en Galicia, una región con la que mantiene fuertes vínculos personales.
A pesar de las visitas esporádicas de sus hijos, la lejanía complica las dinámicas familiares. En los momentos más difíciles, Juan Carlos tiende a recluirse en su residencia de Abu Dabi, donde evita el contacto incluso con personas cercanas, como Marta Gayà. Según allegados, esta reclusión refleja su negativa a ser visto como un hombre debilitado.
La reina Sofía, quien también enfrenta problemas de salud propios de su edad, continúa siendo un pilar para la familia, aunque la situación del emérito ha centrado las preocupaciones. Mientras tanto, Felipe VI sigue buscando un equilibrio entre mantener la imagen de la monarquía y garantizar el bienestar de su padre.