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En una sociedad que valora la actividad física como clave para una vida saludable, la falta de motivación para ejercitarse a menudo se interpreta como pereza o falta de disciplina. Sin embargo, investigaciones sugieren que esto podría tener raíces más profundas en nuestra evolución como especie.

Daniel E. Lieberman, profesor de Biología Evolutiva Humana en la Universidad de Harvard, sostiene que la reticencia al ejercicio no es un defecto moderno, sino una característica inherente a nuestra biología.

Daniel E. Lieberman, profesor de la Universidad de Harvard, argumenta que la actividad física estaba directamente relacionada con la supervivencia. (Fuente: Universidad de Harvard)
Daniel E. Lieberman, profesor de la Universidad de Harvard, argumenta que la actividad física estaba directamente relacionada con la supervivencia. (Fuente: Universidad de Harvard)

Evolución y actividad física: una perspectiva ancestral

El profesor Lieberman, entrevistado en 2021 por The Harvard Gazette argumenta que, durante la mayor parte de la historia humana, la actividad física estaba directamente relacionada con la supervivencia.

"Evolucionamos para movernos cuando era necesario, no para realizar actividad física voluntaria con el fin de mejorar nuestra salud", explica. En otras palabras, nuestros ancestros cazadores-recolectores se activaban para buscar alimento o escapar de peligros, no para mantener la forma física.

Esta perspectiva evolutiva sugiere que la inclinación a evitar el esfuerzo físico innecesario está profundamente arraigada en nuestra biología evolutiva.

"Juzgamos como perezosa a la gente por no hacer ejercicio, pero solo están siendo normales", añade Lieberman, destacando que la falta de motivación para ejercitarse es una respuesta natural, no una falla de carácter.

Replanteando el ejercicio en la vida moderna

A pesar de que la necesidad de actividad física por supervivencia ha disminuido en la vida moderna, nuestros cuerpos siguen requiriendo movimiento para mantenerse saludables.

Lieberman sugiere que, para superar nuestra inclinación natural al sedentarismo, es esencial cambiar nuestra percepción del ejercicio. "No te enfades contigo mismo", aconseja, enfatizando la importancia de la autocompasión y la comprensión de nuestros instintos evolutivos.

Además, propone estrategias prácticas para integrar el ejercicio en la vida cotidiana de manera más atractiva. "Hazlo divertido, pero también hazlo social", recomienda, señalando que actividades como bailar, jugar o caminar en compañía pueden ser más efectivas que rutinas solitarias y monótonas.

Para superar la inclinación natural al sedentarismo, es esencial cambiar la percepción del ejercicio.(Fuente: Freepik)
Para superar la inclinación natural al sedentarismo, es esencial cambiar la percepción del ejercicio.(Fuente: Freepik)

Implicaciones para la salud pública y el bienestar personal

Este enfoque evolutivo tiene importantes implicaciones para la promoción de la salud pública. Reconocer que la falta de motivación para el ejercicio es una respuesta natural puede ayudar a desarrollar programas más empáticos y efectivos para fomentar la actividad física.

En lugar de culpar a las personas por su inactividad, se trata de crear entornos que faciliten y estimulen el movimiento de manera natural y placentera.

Para los individuos, entender esta perspectiva puede aliviar la culpa asociada con la falta de ejercicio y motivar cambios sostenibles en el estilo de vida. Al aceptar que no estamos "programados" para ejercitarnos por placer, podemos buscar formas de actividad física que se alineen con nuestras inclinaciones naturales y preferencias personales.