

Solo la Plaza de Mayo separa la Casa Rosada del edificio donde funcionan las oficinas porteñas del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, en esos 150 metros de distancia, el análisis que surge de la PASO que se va a realizar dentro de un mes es bien dispar.
El dólar calmo, la inflación en baja y los incipientes brotes verdes que surgieron de la cosecha, sumado al denominado "Efecto Pichetto", motivaron un cambio de ánimo en Balcarce 50, donde las proyecciones muestran a Mauricio Macri en alza, competitivo en la Primaria, ganador en la primera vuelta y más aún en un eventual ballottage. Con reparos, es cierto, pero en el Gobierno sostienen que la imagen del Presidente creció 10 puntos en junio y que ese revival se dio en el momento justo.
Ese escenario contrasta con lo que se transmite desde la Provincia. Fuentes del vidalismo describen su preocupación por lo que, entienden, puede ser un agosto adverso en las urnas. A nivel bonaerense, los números de la fórmula Macri-Pichetto son bien diferentes a los que ofrece el resto del país. El margen en favor de Fernández-Fernández sería de entre cinco y siete puntos, según cuentan voces del ejecutivo provincial.
Ello implicaría que el nivel de corte de boleta para que María Eugenia Vidal compita palmo a palmo la gobernación con Axel Kicillof tendría que repetir cerca de los valores de 2015, cuando en la general sacó siete puntos más que Macri. La diferencia, esta vez, es que en el oficialismo ven a las fórmulas kirchneristas más homogéneas en relación a la elección de hace cuatro años.
"Necesitamos que esos cinco o siete puntos de distancia que hay se reduzcan a tres o cuatro para que sea más fácil de remontar", esgrimen, sobre la necesidad de estrechar ese margen para favorecer a Vidal.
Por otra parte, respecto a 2015, la búsqueda también irá por el 19,2% que logró Felipe Sola con el Frente Renovador en las generales. Ese porcentaje, aseguran, no irá completo al Frente Todos por la sola presencia de Sergio Massa encabezando la lista de diputados nacionales. "Va a ser un 60/40, veremos para qué lado", sostienen sobre ese porcentaje.
La estrategia que diagraman en La Plata apunta a retener los distritos en los que ya gobierna Juntos por el Cambio, pero también a potenciar aquellos en los que el peronismo domina el territorio hace décadas y que por ahora son inexpugnables.
Los más optimistas creen que de los 69 municipios que actualmente gobierna el oficialismo se pueden alcanzar los 100, en toda la provincia de Buenos Aires. Otros, cautelosos, creen que primero hay que conservar los que tienen desde 2015.
Respecto a las intendencias adversas, la expectativa es lograr buenas performances en La Matanza, especialmente, donde se define la mayor parte de la elección bonaerense. En el vidalismo no ven como una utopía alcanzar los 30 puntos ya que, creen, la elección se polarizará incluso más que en las legislativas de 2017, cuando el PJ se impuso con el 50%.
En otros distritos como Ituzaingó, Tigre, Hurlingham, Presidente Perón, Avellaneda y Escobar, por citar algunos ejemplos, la apuesta es acercarse a ese tercio de electores para equilibrar con los municipios en los que salga victorioso Juntos por el Cambio. Moreno y Merlo, populosos distritos del Oeste, parecen una quimera.
Entre los que actualmente gobierna el oficialismo, la preocupación pasa por la paridad que se desprende de los números que llegan desde Pilar, donde Nicolás Ducoté buscará su reelección, y también de Quilmes, donde el jefe comunal es Martiniano Molina. En el caso de La Plata, hay confianza en que revalide Julio Garro. Mantener la capital provincial, como Mar del Plata y Bahía Blanca, resulta imperioso para que Vidal pueda lograr su reelección.













