El Gobierno buscará aprobar las reformas de segunda generación a lo largo de un 2026 que no promete un boom en término de recuperación de salarios y consumo. Los sectores que serán “palanca” para profundizar el modelo. La baja de precios de la canasta alimentaria que, según los datos de Ecolatina hoy se acerca a $170.000 cuando los mismos productos en 2023 demandarían el equivalente de $220.000, es uno de los factores clave que explican la convalidación del modelo liberal en las urnas. A la par, aunque los ingresos están por debajo en la misma comparación, la mejor evolución del salario informal frente al formal y estatal, en un universo con alza de cuentapropistas en remplazo de puestos en blanco, dan lugar a flexibilizar la regulación laboral, aunque -en lo inmediato- no se mejore el mercado de trabajo. La evolución del mercado laboral “no es buena” explicó Federico Moll, director de Ecolatina, y reconoció la caída del empleo formal contra el crecimiento de la “changa” y el cuentapropismo “no profesional, mal remunerado, con poca protección y sobre-empleo (cantidad de horas trabajadas)”. Sin embargo, fue austero en su proyección hacia 2026. “El gobierno ha subordinado todas las variables a la inflación”, dijo y señaló que no se espera un cambio ni mayor incentivo al consumo. Según Ecolatina para 2026 las compras podrán crecer un 2,2% lo que es señal de estabilización, pero no de “un boom”. Peor aún para los asalariados, ya que anticipó un mayor impacto en el nivel de ingreso por incremento de presión tributaria sobre las personas frente un alivio a las empresas. Las tarifas, además, “tienen que seguir aumentando”, agregó Moll. Frente a este escenario, desde la Cámara Argentina de Comercio (CAC) reconocen la preocupación, pero se enfocan en el largo plazo y apuestan al crédito como motor para que el consumo repunte en los próximos meses. Según el último relevamiento de la CAC, septiembre mostró nuevamente un crecimiento respecto al mismo mes del año anterior (1,4%), aunque en la comparación desestacionalizada muestra una leve contracción de 0,3% frente a agosto. La cifra es positiva pero todavía no refleja recuperación ya que, en 2024, la entidad calculó una caída de más de 7 puntos en el consumo. Respecto al endeudamiento de las familias y la morosidad en alza, Matías Bolis Wilson, economista de la entidad, no se alarmó y explicó que “es natural que aumenten si crece el crédito”. Si este fenómeno se diera con una caída de 5 a 10 puntos de la economía “sí sería preocupante”, agregó y se remontó a la “crisis de 2001”. En 2025, se duplicó el consumo de bienes durables (casas, autos, electrodomésticos) y se espera que la tendencia se refuerce con más presencia de bienes importados y menor participación de productos masivos. Todo apalancado por el crédito que es “un dinamizador de la economía”, planteó Moll. El endeudamiento de los hogares pasó del 3,5% del PBI en 2022 a un 7% hoy, destacó Moll pero marcó que el acceso al crédito en Argentina es “bajo” al contrastar con México (15%) o Brasil (más del 30%). “Las clases más vulnerables ya estaban endeudadas”, justificó y no advirtió un riesgo en el incremento de utilización de cuotas para consumo de alimentos o refinanciación del resumen de la tarjeta de crédito. En este escenario se perfilan actividades “ganadoras” y perdedoras” con impacto directo en los puestos de empleo. El primer caso agrupa al campo, energía y minería, sector financiero e importadores. Del otro, el ejemplo más claro es el textil, donde ya se perdieron 1500 empleos formales y unas 380 empresas entre diciembre de 2023 y junio de 2025. Según Moll, este proceso no está generando una destrucción neta de puestos de trabajo sino “peor calidad”, sin embargo, dijo que responde a procesos que “mejoran la salud de las empresas que son productivas”. Aun así, tampoco estimó que en el corto-mediano plazo esta dinámica genere empleo de calidad. Por eso, pese a las reformas con foco en lo laboral y tributario que el Gobierno dará a lo largo del 2026, la expectativa económica se concentra en reforzar el ingreso de divisas a través del sector primario. Para el 2026, la balanza comercial seguirá el ritmo de los últimos meses de este año. Del lado importador se estabilizarán pero con récord en bienes de consumo y una caída fuerte de combustibles. En exportaciones los datos preliminares de ARCA reflejan una cifra histórica de exportación de petróleo para octubre, destacó Federico Bernini, economista de IEEP– UBA. El sector ayudará a compensar le menor ingreso de divisas del campo – por el adelantamiento de exportaciones- además, aunque son volúmenes menores “viene muy bien” las ventas al exterior de bienes diferenciados como alimentos elaborados, farmacéuticos y maquinaria. La tasa de crecimiento del 10% anual responde a “mejor acceso a insumos, eliminación de retenciones y un clima macro que facilita la liquidación de divisas”, señaló. Aun con buen panorama para el próximo año, Bernini aclaró que los buenos números de combustibles podrán opacarse en los primeros meses del 2026 ya que la baja del precio del petróleo durante marzo - abril hizo que se “frenen” las perforaciones. “Ese efecto se verá en marzo-abril”, aclaró. Por el lado del campo, una cosecha muy abundante que anticipa un récord de 140 millones de toneladas que, por el contexto bajista de pecios internacionales equiparará la liquidación del 2025, en torno a los u$s 35.000 millones. Por el crecimiento de las exportaciones de Vaca Muerta y la caída de las importaciones, las estimaciones oficiales esperan superávit en la balanza de energía de u$s 8000 millones para este año. Los informes públicos y privados también auguran que para 2030, la actividad energética equipare el ingreso de divisas que hoy genera la agroindustria. Otro de los drivers por los que apuesta el gobierno es la minería donde las ventas al exterior ya crecieron 33% (enero- septiembre). El oro, el litio y la plata lideraron el impulso exportador, que totalizaron los u$s 4213 millones según datos de la Secretaría de Minería. En los próximos 5 años podrían alcanzar a u$s 15.600 millones.