* Cristina y sus gestos. El que se va podría haber sido el año del impulso de una nueva reforma constitucional. Pero no. La derrota en las elecciones de octubre dejó al kirchnerismo con los números ajustados en el Congreso y esto siempre y cuando sus aliados se mantengan de su lado y no avance la sangría peronista. La Presidenta se movió en el 2013 entre el vaivén del desgaste y los festejos por los diez años de gobierno K.
Con la inflación y el cepo cambiario entre los problemas económicos que no aún no superó, tuvo que ponerle el cuerpo a la peor inundación en su ciudad, La Plata, y responsabilizó a la gestión provincial y local. Lo mismo en la Ciudad de Buenos Aires. Los hechos dejaron a la luz la falta de trabajo conjunto entre la Rosada y los porteños y los recelos entre el Ejecutivo nacional y la Provincia. Un clásico. Ocurrió en abril y es una muestra, como la crisis con las fuerzas policiales que se autoacuartelaron en Córdoba y generaron un efecto dominó, de cómo los recelos y especulaciones políticas se priorizan antes que las soluciones a los problemas de la gente. Más allá de los oportunistas de siempre que aparecen en las desgracias, fue otro clásico nacional. El sayo le cabe al Gobierno pero también a José Manuel de la Sota que eligió como estrategia la victimización.
La salud de la Presidenta, su ahora bajo perfil y el cambio abrupto en materia comunicacional, no terminan de dar tranquilidad a una sociedad crispada en un fin de año con cortes de energía y con una decena de muertos que dejaron los saqueos. La respuesta de Cristina fue mostrarse firme y no suspender el acto por los 10 años de Democracia, un gesto con el que muchos coinciden, aunque se equivocó al bailar despreocupada para mostrar que no pasaba nada. De todos modos, esté o no, la policías aún hoy se articula alrededor suyo.
* Boudou y la Justicia. Durante la operación a la que fue sometida la Presidenta y su reposo obligado quedó a la vista el flanco débil del Gobierno: un Vicepresidente investigado en la Justicia y con testimonios cada vez más fuertes en su contra que por momentos se vio obligado a ocultarse en época de campaña. Eso sí, la noche del 27 de octubre se le encomendó disimular con enorme sonrisa la derrota K. Su mérito: asumir el momento más difícil aunque lo difícil fue explicarlo.
* Sergio Massa y su pase. El intendente de Tigre jugó hasta último momento con la especulación de su candidatura y finalmente no solo armó por fuera del PJ oficial sino que le sacó más de 11 puntos al candidato a diputado del kirchnerismo, Martín Insaurralde. No explicó su feroz perfil opositor cuando apoyó gran parte de la gestión nacional como director de la Anses y Jefe de Gabinete nacional y hasta evitó definiciones que lo comprometieran. Ante un episodio policial preocupante, mostró nerviosismo frente al periodismo, gesto que lo equipara con gestos que cuestiona al gobierno nacional. Ahora tendrá que honrar en el Parlamento, adonde acaba de asumir, el casi 44% de los votos conseguidos y ver cuánto logra sumar en el peronismo que lo mira a él tanto como a Daniel Scioli, por ejemplo. En la interna pejotista ordenó no jugar pero los barones de las intendencias que le responden fueron por la renovación de sus liderazgos.
* Gabriela Michetti y su vuelta. La ahora senadora nacional, con su triunfo, revitalizó a Mauricio Macri que llega a fin de año con la misma falta de siempre: armado nacional. Más allá de algunas excepciones, Macri no tienen con quien hacer pie en Buenos Aires ni pudo sumar aliados que le permita soñar con el 2015 prescindiendo del mayor distrito del país. Michetti se negó a ser candidata por la Provincia y tuvo que pedirle a su Vice, María Eugenia Vidal, que se pase de distrito y empiece a caminar Buenos Aires. Lo mismo Esteban Bullrich, ministro de Educación. Difícil imaginar hoy que inclinen la balanza.
* Daniel Scioli y su lealtad. Calló y aguantó durante todos estos años pero no cejó ni en sus intenciones de ir por la presidencial en el 2015 ni en sus gestos por mostrar diferencias con la Casa Rosada. Este año se puso sobre su espalda la campaña de Insaurralde en los momentos más difíciles. Cuánto le pesará a futuro habrá que ver, porque no ha bajado su estima social y sigue en competencia. Mantuvo sus gestos: habló con el gobernador José Manuel de la Sota cuando el jefe de Gabinete no lo atendía, después lo recibió y acaba de reunirse con Hugo Moyano, opositor indiscutido. Eso sí, tuvo que llegar a un acuerdo con el massismo, ayudado también por los K, para votar su Presupuesto en la Provincia. Y pensando en su futuro abrió su gabinete al peronismo disidente.
* Jorge Capitanich y su on the record. Habla por lo menos una vez por día en un Gobierno donde había pocas conferencias de prensa. Eso sí, no siempre lo hace en forma prolija de manera de seguir manteniendo el poder de la palabra. Al principio recibió múltiples elogios incluso de la oposición. Sin embargo el exceso de justificativos y la falta de reacción frente a los autoacuartelamientos y los cortes energéticos le jugó en contra.
* La oposición no peronista. Hermes Binner, Julio Cobos, Elisa Carrió, Fernando Pino Solanas y Martín Lousteau lograron en las urnas renovar liderazgos alicaídos o, como el caso del economista, posicionarse por primera vez. Tienen dos cuentas pendientes: la posibilidad de una alianza opositora con chances electorales es la primera (con internas primarias entre todos), y demostrar si lo que los unió, en el caso de los porteños, se puede mantener. Por ahora, en UNEN hacen equilibrio, mientras la provincia de Binner, Santa Fe, tiene una difícil situación social producto del narcotráfico. Julio Cobos enfrenta paradójicamente escollos internos que lo dejaron fuera del poder tanto en el Comité Nacional como en el bloque en Diputados: la UCR, casi autodestructiva.
* César Milani y los Derechos Humanos. La defensa de los Derechos Humanos fue una bandera. Símbolo de esa apuesta fue la imagen de Néstor Kirchner haciendo bajar el cuadro de Jorge Rafael Videla del Colegio Militar. Su cuestionado ascenso (bandera ahora de quienes no comparten la política de DDHH de la gestión K) fue graficado por la revista Barcelona como el día en que la Presidenta Subió su cuadro.
* Fernando De la Rúa y las coimas. Apenas unos días después del decimosegundo aniversario de los violentos hechos del 19 y 20 de diciembre que terminaron en la salida de Fernando De la Rúa del gobierno nacional, la Justicia cerró el juicio por las coimas en el Senado absolviéndolo y a todos los imputados. El fallo no conformó a los argentinos que, por lo menos, quedan con la duda de si la Justicia fue, en este caso, justa, o avaló la impunidad.
* Jorge Bergoglio, el más visitado. El último podría ser el primero. El Papa argentino, que alguna vez fue sindicado como el más férreo opositor, llevó a la Presidenta a un sorpresivo cambio de actitud: más cerca suyo y más cerca de la Iglesia, a cuya sugerencia cambió el Código Civil. El viraje le costó a la jefa de Estado el enojo de los sectores más progresistas que la apoyan. El resto de la dirigencia política, de todos los signos y partidos, también va y viene entre Argentina y el Vaticano.