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La jornada electoral de este domingo 26 de octubre cerró con una participación del 68% del padrón nacional, según el último corte oficial realizado a las 18 horas. Aunque en algunas escuelas aún quedaban votantes en fila, el dato consolidado confirmó una nueva caída en la asistencia a las urnas, en línea con la tendencia que se viene registrando en los últimos años.

Este nivel de participación marcó un nuevo piso histórico para elecciones legislativas nacionales, y se ubicó por debajo de los registros de los últimos tres comicios similares: 79% en 2013, 76% en 2017 y 71% en 2021. El descenso fue sostenido y se acentuó durante 2025, con señales previas en los comicios provinciales y municipales celebrados a lo largo del año.

La baja participación fue uno de los focos de preocupación entre los distintos espacios políticos, que durante la campaña intentaron movilizar al electorado en un contexto de apatía creciente. A pesar de la implementación de la Boleta Única de Papel, que buscó agilizar el proceso y mejorar la transparencia, el desinterés ciudadano se mantuvo como una constante.

La más baja desde 1983

Las elecciones legislativas de este domingo se convirtieron en las de menor participación desde el retorno de la democracia en 1983.

Hasta ahora, el piso histórico lo habían marcado las legislativas de 2021, celebradas en plena pandemia, con una participación del 71,7%. Pero este año, incluso sin restricciones sanitarias, el ausentismo se profundizó. Más de 12 millones de argentinos decidieron no votar, en una jornada que combinó apatía, desafección política y malestar social.

El promedio histórico de participación en elecciones legislativas desde 1983 se ubicaba en torno al 77%. El resultado de este domingo representa una caída de 11 puntos respecto a ese promedio, y confirma una tendencia descendente que se había anticipado en los comicios provinciales de este año, donde en muchos distritos la participación no superó el 60%.

El dato del 68% también reavivó el debate sobre el vínculo entre la ciudadanía y el sistema político, en un año marcado por la polarización, el ajuste económico y el desgaste institucional. Con este resultado, Argentina volvió a mostrar signos de desafección democrática, en una elección que definió la nueva composición del Congreso para la segunda mitad del mandato de Javier Milei.