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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé una desaceleración de la economía mundial por la guerra en Ucrania y anticipa que la inflación seguirá en alza. Para la Argentina, considera que el crecimiento mejorará este año a 3,6% pero desacelerará hasta el 1,9% en 2023. También eleva la estimación de inflación.
El crecimiento argentino está impulsado por la mejora de los precios internacionales de los alimentos, que se convierten en un riesgo para los países que no son productores y encuentra su contrapeso en la suba de costos de energía que demanda más dólares a las arcas del BCRA. Pero para adelante, el organismo con sede en París prevé que podría ralentizarse la demanda global y podría haber salida de capitales de los emergentes. El riesgo de una crisis alimentaria es la mayor preocupación global.
"La invasión de Ucrania por parte de Rusia frenó de inmediato la recuperación posterior a la pandemia de Covid-19 y ha llevado a la economía mundial a una senda de menor crecimiento y creciente inflación", sostiene el último informe de perspectivas globales de la OCDE bajo el título El costo de la guerra.
En línea con el Banco Mundial, que bajó sus proyecciones de crecimiento, el club de países desarrollados al que fue invitado a ingresar Argentina, prevé que el crecimiento mundial se desacelere bruscamente, hasta situarse en torno al 3% este año y en el 2,8% en 2023, quedando muy por debajo de la recuperación proyectada en las anteriores Perspectivas Económicas de diciembre, que vaticinaba una suba del 4,5% para el mundo.
alta inflación
"La alta inflación está erosionando los ingresos y el gasto de los hogares, afectando con especial dureza a los más vulnerables. La amenaza de sufrir una grave crisis alimentaria sigue siendo muy seria para las economías más pobres del mundo, debido al elevado riesgo de escasez de suministros y a los altos costos", agrega la OCDE.
En ese marco, el organismo también subió las expectativas de inflación para la Argentina. Del 44% que había marcado en diciembre, pasó a 60,1% en el último informe. En el mercado local, los economistas ya proyectan una inflación por arriba del 70% según la Encuesta Macroeconómica de El Cronista (EMEC) y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central.
Al analizar las causas de la inflación, la OCDE sostiene que está impulsada por los precios de los alimentos y la energía, con diferencias por el peso que tienen según las canastas de consumidores. En ese marco, enfatiza que "en línea con la amplitud que tenga la inflación, la política monetaria debería ser reducida en línea con las situaciones domésticas".
Nuevas subas de los precios de los alimentos y la energía y la persistencia de cuellos de botella en las cadenas de suministro son factores clave que harán que la inflación de los precios al consumo alcance niveles máximos y se mantenga elevada durante más tiempo de lo previsto. Esperan que empiece a desacelerar "a medida que el impacto de la suba de las tasas de interés empiece a notarse a lo largo de 2023".
"Países de todo el mundo se están viendo afectados por el alza de los precios de las materias primas, que acentúa las presiones inflacionistas y contrae los ingresos reales y el gasto, obstaculizando la recuperación", declaró Matthias Cormann, secretario general de la OCDE, en la presentación del análisis.
inquietud e incertidumbre por delante
"La incertidumbre en torno a las perspectivas es elevada y está impregnada de importantes riesgos negativos. No sabemos hasta cuando se prolongará la guerra de Rusia contra Ucrania y cuánto podría agravarse", remarca el panorama económico.
Para emergentes habrá impacto de alimentos y de la energía, menos demanda en sus mercados de exportación y la posibilidad de sufrir salidas de capitales, en la medida que suban las tasas de interés en los países avanzados", advierte el organismo, a lo que le suma riesgos si aparecen nuevas variantes de Covid-19.
"Las perspectivas económicas son inquietantes, y el mundo ya está pagando el precio de la agresión rusa", señaló Laurence Boone, economista jefe. "Las decisiones que tomen los responsables de formular políticas y los ciudadanos serán cruciales para determinar hasta dónde llegará ese precio y cómo se va a repartir la carga. Un precio que el mundo no debe pagar es la hambruna", enfatizó.