

A través del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la Iglesia alertó con crudas palabras la grave crisis económica, social y humanitaria que podría enfrentar en breve el país como consecuencia de la recesión a la que condujo la propagación del coronavirus y la consecuente cuarentena dispuesta para mitigar su impacto en la salud de la población.
El presidente del cuerpo colegiado y obispo de San Isidro, Oscar Ojea, aseguró que los argentinos "vamos a vivir la pandemia del hambre y de la desocupación"; y en similares términos expuso las dificultades que afrontan buena parte de los argentinos para poder llegar a fin de mes.
La voz referente de la Iglesia católica en el país ofreció una reflexión acerca de los desafíos que presenta la pandemia y subrayó la necesidad de la "unidad ante todo". Coincidió, como suele decir el presidente Alberto Fernández, en que “la pandemia ha desnudado una profunda desigualdad y una gran inequidad en el mundo en que vivimos".
Monseñor Ojea también opinó en sintonía con el debate público abierto hace semanas acerca de una mayor presión fiscal sobre los sectores más acomodados, en aras de aliviar la carga de la crisis en los estratos más bajos, cuyo emblema ha sido hasta el momento la posibilidad de gravar con un impuesto a las grandes fortunas.
"Tenemos que buscar un estilo de vida más austero que pueda favorecer la distribución de recursos entre nosotros. Estamos frente a la oportunidad de una verdadera conversión que cambie estilos de vida, hábitos de consumo, que frene el maltrato a la Naturaleza y el maltrato al hermano que tenemos cerca, sobre todo si es pobre", sopesó el prelado.
Alerta por el impacto de la crisis
Diversas voces eclesiales levantaron su voz en los últimos días para expresar preocupación sobre la endeble situación de los pobres en las villas de emergencia.
El obispo auxiliar de Buenos Aires, Gustavo Carrara, conocido también como "el obispo villero", reclamó un mayor despliegue del operativo de testeos en los barrios populares y, en sintonía con Ojea, consideró que “la pandemia ha desnudado lo que le falta a muchos argentinos".
En este sentido, Cáritas Argentina -el brazo solidario de la Iglesia- anticipó su tradicional colecta anual y la reconvirtió en un formato cien por ciento digital para facilitar la recaudación de fondos destinados a contener los efectos de la crisis. Es un enorme desafío ya que el 80% de sus recursos provenían de donaciones que se dejaban en sobres en parroquias, capillas y colegios de todo el país.
En lo que va de la cuarentena, Cáritas ya asistió a 1.500.000 personas y su presidente, el obispo quilmeño Carlos Tissera, advirtió que "se está asistiendo a mucha gente de clase media que cayó en la pobreza".
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— Cáritas Argentina (@CaritasAR) June 9, 2020












