

El probable apoyo financiero del Tesoro de Estados Unidos al gobierno de Javier Milei para estabilizar el tipo de cambio y contener la crisis económica volvió a poner en primer plano un instrumento poco conocido pero muy poderoso: el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF, por sus siglas en inglés). Este fondo, creado por la Gold Reserve Act de 1934, se compone de dólares, monedas extranjeras y Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, y puede usarse para intervenir en mercados cambiarios o prestar recursos a gobiernos extranjeros, siempre bajo autorización del secretario del Tesoro, según explica el propio Departamento del Tesoro de EE.UU.
El secretario Scott Bessent afirmó que "todas las opciones" están sobre la mesa para asistir a la Argentina, al considerar al país un "aliado sistémicamente importante" para Washington. Esa definición encendió la alarma en la oposición y en economistas críticos, quienes se preguntan qué exigirá Donald Trump a cambio. "Argentina usó ese fondo 9 veces entre 1959 y 1995. Siempre se devolvió con garantías reales. No es un chiste lo que puede venir a colación", dijo esta mañana el economista y ex viceministro de Economía, Emanuel Alvarez Agís.
No se trata solo de tasas de interés o ajustes fiscales: la historia muestra que este tipo de programas suelen implicar garantías concretas sobre activos estratégicos.
En este contexto, muchos -entre ellos el propio Alvarez Agís- recordaron el antecedente de México en 1995, cuando el efecto Tequila llevó a una crisis de deuda y de reservas sin precedentes. Entonces, el gobierno de Bill Clinton decidió acudir al ESF para armar un paquete de salvataje por 20.000 millones de dólares. De acuerdo al memorando legal del Departamento de Justicia de EE.UU. de 1995, los recursos del ESF podían usarse para "préstamos a gobiernos extranjeros o para garantizar sus obligaciones en moneda extranjera".
Ese mismo memorándum legal, que en 1995 justificó la asistencia a México, dejó clara la base jurídica de la operación: "El Presidente y el Secretario del Tesoro tienen la autoridad, según la sección 10(a) de la Ley de Reserva de Oro de 1934, para usar el Fondo de Estabilización Cambiaria en la concesión de préstamos o créditos en circunstancias excepcionales". El documento agregó que el fondo estaba habilitado para "operar en oro, divisas extranjeras y otros instrumentos de crédito y valores", y que esa discrecionalidad era suficiente para responder a emergencias financieras.

El rescate mexicano se estructuró con garantías muy precisas. Según un informe "México en crisis, Estados Unidos al rescate", del Brookings Institution, un centro de estudios con sede en Washington, el Tesoro exigió que México afectara a colateral "los ingresos provenientes de las exportaciones de petróleo administradas por Pemex". La lógica era sencilla: si México incumplía los pagos, Estados Unidos se cobraba directamente de las ventas de crudo al exterior. Esa condición aseguró que el dinero del ESF no quedara expuesto a riesgo soberano puro, sino respaldado por un flujo de divisas real y tangible.
En enero de 1995, México enfrentaba una severa crisis de liquidez que amenazaba con derivar en un default de sus obligaciones externas. A diferencia del rescate de 1982, que se limitó a ofrecer financiamiento transitorio mientras se negociaban acuerdos con acreedores y el FMI, el paquete de asistencia financiera de 1995 fue diseñado para resolver la crisis en su totalidad.
Según el informe de Brookings Institution, el monto total del paquete ascendió a 48.8 mil millones de dólares, de los cuales hasta 20 mil millones fueron aportados por Estados Unidos. Esta vez, los préstamos del Tesoro estadounidense no fueron de corto plazo: 10.5 mil millones de los 13.5 mil millones otorgados podían ser devueltos entre junio de 1997 y junio de 2000, lo que marcó una diferencia clave respecto al rescate anterior
Uno de los elementos más innovadores del rescate de 1995 fue la forma en que se estructuraron las garantías. El hecho de que el Tesoro exigiera que México afectara como colateral los ingresos por exportaciones de petróleo administradas por Pemex permitió que los préstamos del Exchange Stabilization Fund (ESF) estuvieran respaldados por un flujo tangible de divisas, reduciendo el riesgo soberano.
El acuerdo incluyó la cesión de parte de las cuentas de Pemex en Nueva York como garantía. Según los registros del Congreso de Estados Unidos citados en el mismo memorando legal, se estableció que el Tesoro tendría prioridad sobre cualquier otro acreedor en el cobro de esos ingresos. En palabras del documento, "los préstamos del ESF estarían garantizados con colaterales líquidos derivados de las exportaciones de petróleo mexicano, lo cual reduce significativamente el riesgo crediticio".
El caso de Brasil
Brasil también fue otro caso emblemático. En noviembre de 1998, en el marco de un paquete internacional de apoyo, Estados Unidos acordó otorgar a ese país un financiamiento contingente de 5.000 millones de dólares provenientes del Fondo de Estabilización Cambiaria. Un informe del Congressional Research Service (Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU.) detalló que "los fondos provendrían del Departamento del Tesoro de Estados Unidos a través del ESF" y que, hacia fines de septiembre de 1999, "ninguno de esos recursos había sido efectivamente utilizado". La medida fue parte de una estrategia coordinada para prevenir el contagio financiero tras la crisis rusa de 1998 y la persistente volatilidad en los mercados emergentes.

El mismo reporte destacó que Brasil, junto con México y Argentina, figuró entre los principales receptores de préstamos del ESF entre 1980 y 1994, con un total de 2.100 millones de dólares en desembolsos durante esa etapa. "Todos los giros fueron reembolsados", puntualizó el CRS, subrayando que, salvo excepciones, los plazos se mantuvieron dentro de los seis meses estipulados.

Estos antecedentes explican por qué, en la Argentina, sectores opositores temen que un eventual salvataje de Washington venga acompañado de exigencias en áreas sensibles, como Vaca Muerta, el litio o las telecomunicaciones.
Hoy, con el fantasma de Pemex como referencia, el debate vuelve a girar en torno a qué estaría dispuesto a ofrecer el gobierno argentino para sostener su esquema cambiario. La historia de 1995 muestra que, cuando el Tesoro de Estados Unidos abre la billetera, no lo hace sin garantías.















