Si el banco fundado por John Pierpont Morgan (JP Morgan) es sinónimo de Wall Street, un anuncio realizado a todo su personal y al mercado por su CEO, Jamie Dimon, en las últimas horas lo transforma como nunca en el brazo financiero de los intereses de la Casa Blanca.
Todos los empleados del mundo, incluidos obviamente los que trabajan en Buenos Aires, recibieron en su casilla de mail primero el mensaje que luego se subió al segmento de los comunicados públicos de la entidad financiera de porte mundial. Quedaron boquiabiertos por lo inusual del contenido.
El banco anunció la puesta en marcha de un plan de US$1,5 "trillions" -se traduce al español como millones de millones de dólares- a 10 años "para facilitar, financiar e invertir en industrias cruciales para la seguridad y la resiliencia económica nacional".
El programa, llamado justamente de "Seguridad y Resiliencia", indica que "realizará inversiones directas de capital y capital de riesgo por hasta US$10.000 millones para ayudar a empresas seleccionadas, principalmente en Estados Unidos, a optimizar su crecimiento, impulsar la innovación y acelerar la fabricación estratégica".
"Ha quedado dolorosamente claro que Estados Unidos se ha vuelto demasiado dependiente de fuentes poco fiables de minerales, productos y manufacturas esenciales para nuestra seguridad nacional", expuso el propio Dimon.

"Nuestra seguridad se basa en la fortaleza y resiliencia de la economía estadounidense. Estados Unidos necesita más velocidad e inversión. También necesita eliminar los obstáculos que se interponen en su camino: regulaciones excesivas, retrasos burocráticos, estancamiento partidista y un sistema educativo que no está alineado con las habilidades que necesitamos", agrega el mensaje.
En concreto, JP Morgan detalla en un anexo que apuntará a impulsar 4 áreas de interés, con 27 subsectores en total, que incluyen desde la "cadena de suministro y manufacturas avanzadas", con foco en los llamados minerales críticos, los precursores farmacéuticos y la robótica, hasta la "defensa y la tecnología aeroespacial", con desarrollos en conectividad de última generación, sistemas autónomos, drones y comunicaciones seguras.
Además, especifica que financiará negocios ligados a la "independencia energética", en especial el almacenamiento de baterías y la energía distribuida, mientras que el otro sector elegido por la compañía para inversiones prioritarias es el de las "tecnologías de frontera y estratégicas", como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la computación cuántica.
JP Morgan detalla que la flamante iniciativa anunciada para la próxima década "se complementará con el recientemente inaugurado Centro de Geopolítica" con el que ofrece a sus clientes "análisis y perspectivas oportunas sobre las principales tendencias globales". Dimon cierra su mensaje a los empleados y al mundo con una frase donde el CEO se cruza con el tono de un funcionario: "Ojalá, una vez más, como lo ha hecho Estados Unidos en el pasado, nos unamos para afrontar estos inmensos desafíos. Necesitamos actuar ya".
"Nunca se vio algo así de parte del banco", indicaron ejecutivos de alto nivel del mercado financiero, pero que no se sorprenden porque de la mano de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el mundo de los negocios y las finanzas han empezado a entremezclarse con los intereses del país del norte en materia geopolítica tal vez de forma mucho más transparente que antes.
El mayor fondo de inversión del mundo, BlackRock, de origen estadounidense y comandado por Laurence Fink, se quedó con la operación de los puertos del Canal de Panamá a pedido del propio Trump y ahora negocia la compra de un gigante de la energía como AES Energy, con intereses en la Argentina. En agosto, a su vez, el gobierno estadounidense negoció la compra del 10% de la compañía de microprocesadores Intel.
Y en enero, de hecho, fue en la propia Casa Blanca donde la compañía OpenIA, desarrolladora de Chat GPT, la versión más popular de la inteligencia artificial generativa, anunció una inversión global de US$500 mil millones en data centers en todo el mundo bajo el proyecto Stargate, en el marco del cual el viernes se anunció una carta de intención para llegar a la Argentina.

"Sigo escuchando a líderes empresariales estadounidenses que, gracias al liderazgo del presidente Milei, están deseosos de estrechar los vínculos entre las economías estadounidense y argentina", había escrito la semana pasada el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en el tuit donde informaba que estaba comprando pesos para contener el tipo de cambio, y que se estaba poniendo en marcha el swap de monedas para robustecer el Banco Central. Fue la previa a la visita de este martes del jefe de Estado argentino al Salón Oval.
En la estrategia de "todas las opciones sobre la mesa" que plantea Estados Unidos para rescatar el plan económico del gobierno argentino se incluye el rol de la banca internacional, ya sea de entidades como el Santander, a través del cual se ejecutaron ventas de divisas a cuenta y orden del Tesoro, o como el Citibank o el JP Morgan para potenciales compras de bonos con los que se procure bajar el riesgo país y hacer viables proyectos de inversión, entre los cuales se encuentran los sectores críticos que ha mencionado Bessent, como las tierras raras, en plena carrera con China.
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