A punto de cumplirse los dos primeros años de gestión del presidente Javier Milei, el Gobierno avanzó con una privatización. En su totalidad lo hizo con la metalúrgica IMPSA, y se encuentra en pleno período de definición de la concesión de las represas del Comahue. Antes de fin de año, las próximas dos en la mira son Intercargo y Transener. Esto le permite al ministro de Economía, Luis Caputo, sumar dólares por las ventas y mejorar el superávit fiscal por la baja del gasto público.
Con menos velocidad de la que hubieran preferido, el Gobierno cierra su segundo año de gestión con una empresa estatal completamente privatizada. Se trata de la industria IMPSA, un gigante metalúrgico ubicado en Mendoza con casi 600 empleados. La nueva gestión corresponde a capitales norteamericanos y está a punto de exportar a Estados Unidos grúas y materiales nucleares. La alianza del presidente Donald Trump con Milei fue clave para que IMPSA pase a ser un “proveedor estratégico” de bienes industriales de alto valor agregado que reemplacen a China.

El caso IMPSA: de Mendoza a Miami
El primer año de IMPSA bajo gestión privada tuvo un hito decisivo: la reestructuración de su deuda de u$s 583 millones, dado que estaba a punto de caer en default. Lograron un acuerdo con el 87% de los acreedores, que representan el 97% del valor total de la deuda. El acuerdo les permitirá no pagar capital por 10 años y empezar a pagar intereses recién dentro de tres. Jorge Salcedo, presidente de IMPSA, contó: “El valor presente neto de la deuda se redujo a u$s 120 millones. Eso nos dio un balance más robusto”.
Con ese alivio financiero, IMPSA se reactivó, y avanza para ubicarse estratégicamente en Estados Unidos. La empresa hoy fabrica grúas portuarias para el ejército de EE.UU.El segundo motivo de esta penetración en el mercado , y está participando en la primera licitación en un puerto de Miami. El avance se explica por dos motivos: uno es un cambio en la política norteamericana. Primero, el expresidente Joe Biden prohibió el uso de grúas chinas, que dominan el 85% del mercado. Luego, Trump ordenó su reemplazo. Salcedo reveló que una investigación determinó que “transmitían información” sobre el comercio internacional a Beijing y que podían “paralizarse remotamente y así frenar totalmente un puerto”.
El segundo motivo de esta penetración en el mercado norteamericano se explica no solo por la búsqueda de EE.UU. de proveedores “confiables” dentro de Occidente, sino también por el vínculo actual entre Trump y Milei, que podría profundizarse con el avance del acuerdo comercial. De hecho, IMPSA es de capitales norteamericanos: la controla el consorcio Industrial Acquisitions Fund (IAF), cuyo socio principal es Arc Energy, firma líder del sector energético. Compañías de la magnitud de IMPSA hay una sola en Argentina, y en América Latina hay pocas. La diferencia con las grandes metalúrgicas de Brasil es que “proveen a China”, mientras que IMPSA abastecerá a EE.UU., explicó Salcedo.
Ante la consulta de cuál es la clave para competir en ese mercado, Salcedo reveló que es la capacidad de la firma de producir componentes industriales de muy alto valor agregado: piezas únicas, hechas a medida, con certificación nuclear internacional. “Fabricamos desde turbinas hidroeléctricas hasta reactores, no hacemos producción en serie”, explicó Salcedo. Su mayor activo son sus ingenieros y soldadores especializados, formados en su propia escuela, y un conocimiento metalmecánico acumulado durante más de 100 años. La empresa había sido fundada en 1907 por la familia Pescarmona.
Hacia adelante, revelaron que la demanda más fuerte llegará por tres vías: el boom global de componentes nucleares, ante el crecimiento que tendrá la energía nuclear por el uso intensivo de la inteligencia artificial. IMPSA viene fabricando el recipiente de presión del reactor Carem 25, que es el componente de seguridad que evita que la reacción nuclear salga del reactor.
“En Estados Unidos todavía no hay nadie que haya empezado a fabricarlo”, reveló Salcedo. En segundo lugar, por el reemplazo del 85% de sus grúas portuarias que quiere hacer Trump. Y, en tercer lugar, porque proveen bienes como turbinas para centrales hidroeléctricas, en donde se requerirán nuevas inversiones ante los cambios de concesión.
Lo que viene
Hacia adelante, las que están próximas a cerrarse son las represas del Comahue, cuya concesión venció y fueron nuevamente licitadas. Allí el Gobierno podría recibir u$s 706 millones. Luego, antes de fin de año, el objetivo de máxima es avanzar con la privatización de Intercargo, empresa que presta servicios en aeropuertos, y Transener, la compañía más importante del sistema eléctrico argentino. En ambos casos será una privatización mediante licitación, por lo que se viene ese llamado en pocos días.
Finalmente, para el primer trimestre de 2026 el objetivo estará puesto en AySA, la compañía que brinda servicios de agua en Capital y parte del conurbano. El Gobierno asegura que le hubiera gustado avanzar más rápido con estos procesos, pero cada empresa requiere de su “ordenamiento interno, actualización del mercado regulatorio”, entre tantas otras variables según el segmento, explicaron.















