

Arturo Valenzuela, Secretario de Estado Adjunto para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, dedicó ayer todo su día a borrar los rastros del malestar que provocó su anterior paso por Buenos Aires, hace ya más de dos años, en el gobierno de Cristina Kirchner. Valenzuela se reunió sólo con ministros y gobernadores K, elogió la Unasur y apoyó la promocionadísima disposición argentina a arreglar cuentas con los acreedores del Club de París.
La agenda del funcionario un intelectual de prestigio que comenzó su carrera en la alta burocracia demócrata en los gobiernos de Bill Clinton y que su esposa Hillary repatrió a Washington cuando Barack Obama la nombró jefa de la diplomacia estadounidense abrió con una visita al canciller Héctor Timerman. Desde las 11, Timerman y Valenzuela hablaron, según afirmó el canciller argentino más tarde, de todos los temas de la agenda bilateral. Puntualmente, el argentino llevó adelante el reclamo para que se libere el ingreso al mercado estadounidense a los limones tucumanos un clásico de los encuentros bilaterales, de otras frutas del norte y de la carne. Todos esos productos tienen barreras sanitarias para ser exportados, consideró el Canciller. Valenzuela, informó la Embajada de Estados Unidos en un comunicado, mencionó el papel significativo de UNASUR para evitar conflictos regionales y la importancia de cooperación regional. De allí, el enviado se fue al Ministerio de Seguridad para reunirse con Nilda Garré. Con ella conversó sobre iniciativas de cooperación bilateral y subregional en materia de seguridad y sobre políticas conjuntas tendientes a reforzar la seguridad ciudadana, una de las prioridades de la Administración del Presidente Obama. Eso fue lo que aseguró la representación estadounidense.
Por la tarde, visitó junto a la embajadora Vilma Martínez con el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y de Buenos Aires, Daniel Scioli. Este último es acaso el gobernador que tiene la relación más fluida con la embajadora: hace 15 días almorzó con ella y un puñado de empresarios en la parrilla Las Lilas de Puerto Madero, el restaurante en el que Scioli acostumbra a armar sus encuentros no oficiales.
Esa agenda contrastó con la que sostuvo Valenzuela en diciembre de 2009, cuando tras reunirse con dirigentes opositores y empresarios declaró que había recogido muestras de preocupación por la seguridad jurídica (ver aparte).
El Secretario sólo dejó de sacarse fotos que agradan a la Casa Rosada con un almuerzo en la residencia de la Embajadora, la única ocasión en que no tuvo que solicitar audiencia, ya que él mismo armó la lista de invitados. Al Palacio Bosch llegaron el ex canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, los consultores Rosendo Fraga y Manuel Mora y Araujo hoy más dedicado a la dirección de la Universidad Di Tella y dos académicos. Hubo una ensalada de langostinos y lomo, como para que Valenzuela se pudiera sacar el gusto.
A todos los comensales conocía desde hace décadas, con lo cual la charla giró más sobre las previsiones sobre la política en Washington que sobre la actualidad argentina. Frente a sus amigos, Valenzuela elogió el intento argentino por salir del default con el Club de París. Lo vemos con buenos ojos, aseguró, aunque en rigor fue más bien un autoelogio, ya que el gobierno de Obama es el principal sostén de la propuesta argentina, que hasta hoy no cosechó resultados perceptibles. También elogió la participación de Cristina Kirchner en la última cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, donde Argentina bloqueó una crítica directa a Estados Unidos por el escándalo de Wikileaks que impulsaba el bloque bolivariano.
Por la noche, Valenzuela viajó a Chile, donde al parecer no tendrá que borrar escándalos pasados.










